En el abismo de un sueño, donde el cielo besa el mar,
yace una ciudad perdida, de un azul sin comparar.
Sus calles, de misterio llenas, susurran historias sin edad,
y el viento lleva melodías de un pasado sin final.
Los muros, teñidos de tiempo, reflejan la luz lunar,
y cada piedra en el camino tiene un cuento que contar.
La brisa marina acaricia las torres de cristal,
y las olas, con su eterno vaivén, guardan secretos ancestral.
Aquí, el silencio habla, y las sombras danzarán,
en un baile que celebra la vida y su fugaz eternidad.
La ciudad perdida azul, espejismo o realidad,
se convierte en el refugio para el alma que busca paz.
En sus plazas se escucha el eco de risas y de llanto,
de amores que se forjaron fuertes, desafiando el espanto.
Los jardines, ocultos entre brumas, despliegan su esplendor,
y en cada flor, un poema nace, un suspiro de amor.
La ciudad perdida azul, con sus calles de sal y coral,
es un lienzo de historias que el tiempo no puede borrar.
Es el hogar de los valientes, de los soñadores sin igual,
de aquellos que en sus ruinas encontraron su lugar.
Y cuando el sol se despide, y la noche cubre el mar,
la ciudad perdida, en su silencio, te invitará a soñar.
Con cada estrella que en el cielo se atreve a brillar,
se ilumina una esperanza, un deseo por alcanzar.
Así, en la inmensidad del océano, bajo el manto celestial,
la ciudad perdida azul permanece, desafiante y vital.
Un monumento a lo etéreo, a lo que nunca morirá,
un canto a la belleza que en lo profundo siempre estará.
#LostCityBlues
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