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Comuneros de Castilla
En la Castilla bravía,
de nobles y fueros,
Donde el sol despertaba
en campos de trigo,
Se alzaron los comuneros,
valientes guerreros,
Contra el yugo real,
con el honor por testigo.

En Toledo la noble,
el clamor resonó,
Con Juan de Padilla,
firme en su gesta,
María Pacheco,
su llama encendió,
Bravo y Maldonado,
en batalla funesta.

La ciudad de Segovia
se alzó con ardor,
Salamanca también
al combate se unió,
Tordesillas un faro
de insigne valor,
Donde Juana en su torre
la causa apoyó.

En Villalar una lucha,
feroz se libró,
El 23 de abril,
día negro y aciago,
Cayeron los héroes,
más su sangre forjó
La semilla inmortal
del honor y del pago.

Francisco Maldonado,
valiente y altivo,
Con Padilla y Bravo,
cayeron con orgullo
Mas su ejemplo perdura,
En su espíritu vivo,
En la tierra de España,
En pos de su motivo.

Desde Burgos y Ávila,
al clamor respondieron,
Los hombres y mujeres,
por su Castilla en pie,
Contra Carlos el Rey,
su voz defendieron,
La justicia y la ley,
Del antiguo deber.

En Medina del Campo,
el fuego encendido,
Las tropas imperiales
hallaron revés,
Con Gonzalo de Guzmán,
el feroz aguerrido,
Que en la lucha brilló
con denuedo y con tez.

¡Oh Castilla bravía,
en tu seno perdura,
El eco de aquellos
que alzaron la voz,
Por la libertad justa,
la causa más pura,
en tus campos resuena,
como un noble adiós!

Sus nombres grabados
en páginas de oro,
comuneros aun viven
en nuestro sentir,
Son el faro en la noche,
el más alto decoro,
De un pueblo que lucha
y no quiere morir.

Su legado es la fuerza,
la llama encendida,
Que ilumina el camino
de la libertad,
Y en sus gestas heroicas,
por siempre erguida,
Está la nobleza
de la humanidad.

© M.Aokigahara