...

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Las demencias del amor
Y yo,
que no amarraba mi barca a ningún sitio,
busco en tus mares el ancla
para hundir a plomo mis coordenadas,
para dejarme llevar
con el ímpetu de tus olas
y poder naufragar en el abismo de un beso.

Y yo quien nunca quiso castillos en el aire,
quien cambiaba los finales de los cuentos de hadas,
me embriago de los colores
con tu mágico latir
y ando buscando en las noches vestidos de princesa.

Y yo, que tanto yo
he gritado a los cuatro vientos,
aquella que sentenciaba las demencias del amor,
me sonrío y a la vida cuando me pierdo entre tus brazos,
cuando te digo te amo...
y felizmente muero.

© Flora Rodríguez