En el espejo veo mi reflejo, una imagen de
perfección pintada por un par que me rodean;
se dice que soy la hija ideal, la amiga ejemplar,
la que siempre está, la que siempre cumple,
la que sola resuelve, la que nunca falla.

Pero detrás de esta máscara de elogios,
se esconde un corazón cansado, frustado y herido.
Porque aunque todos me alaben sin cesar,
el ser que me dió la vida nunca me encuentra suficiente.

Siempre quiere más, más de lo que doy;
siempre quiere más, más de lo que soy;
cada vez más comparaciones y más expectativas,
¿por qué no puedo ser simplemente yo,
sin el peso de sus demandas infinitas?

¿Por qué no puedo hallar paz y serenidad,
en lugar de esta constante lucha por complacer?
¿Por qué no puedo ser feliz así como soy,
sin sentir que siempre debo ser mejor?

Las palabras de aliento se vuelven cadenas,
atando mi alma a un estándar inalcanzable.
Y mientras todos ven mi éxito,
yo solo anhelo ser libre de esta presión implacable.

Mis logros no son más que un mar, en el que me veo obligada a ir nadando y cuando por fin siento que toqué tierra, no es más que un espejismo que me obliga a seguir infinitamente, porque era solo una meta más no el final.

Quizás algún día entenderé la razón,
por la cual nunca puedo ser suficiente.
Quizás algún día entenderé la razón,
y podré descansar finalmente.
Pero por ahora, me pregunto en silencio,
¿por qué no puedo ser feliz siendo simplemente yo?

© Nessie