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El amor es como un cigarrillo
El amor, ese humo etéreo que se eleva y se disipa, puede ser como un cigarrillo. Encendido en la chispa de un instante, arde con fervor, con una pasión que consume. Cada bocanada, un suspiro de placer; cada exhalación, un deseo que se escapa. Pero, ¿qué queda cuando el fuego se extingue? Solo cenizas, un recuerdo de lo que fue, un sabor amargo en los labios.

Como un cigarrillo, el amor puede ser un vicio, una adicción que te atrapa en sus redes. Te mantiene despierto por las noches, pensando en ese próximo encuentro, esa próxima caricia. Te hace temblar, te llena de ansiedad, te consume hasta que no queda nada. Y cuando se va, te deja vacío, anhelando más, buscando en vano esa chispa que una vez encendió tu alma.

Pero también, como un cigarrillo, el amor puede ser un compañero en la soledad, un consuelo en la tristeza. Puede ser ese momento de paz en medio del caos, esa pausa en el día para reflexionar, para sentir. Puede ser una promesa de felicidad, aunque sea efímera, aunque sepamos que puede dejarnos sin nada.

El amor puede ser un cigarrillo, pero también puede ser el fuego que lo enciende. Puede ser la luz en la oscuridad, el calor en el frío. Puede ser la fuerza que nos impulsa a seguir adelante, a pesar de saber que todo puede acabar en humo. Porque, al final, incluso un cigarrillo puede ser hermoso, si apreciamos el momento, si vivimos el instante.

Así que, ¿qué eliges? ¿Vivir el amor como un cigarrillo que se consume rápidamente, o como el fuego que arde con pasión y nos mantiene vivos? La decisión es tuya, pero recuerda: incluso si el amor te deja sin nada, siempre habrá otra oportunidad, otro momento para encender la llama, para inhalar la vida y exhalar el miedo. Porque el amor, como el humo, puede ser efímero, pero también puede ser eterno.
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