...

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Dañada
Allá estás,
ausente, callado,
con los segundos contados
que ahora me pertenecen
menos que nunca.
Regalas besos en el alma,
compartes vibras,
bendices corazones
y creas versos...
siempre para alguien más.
Torpemente,
se agita mi ser
al navegar entre tus letras,
si ve un atisbo de mí
entre las líneas de la tinta que sangras.
Me invade la emoción
y vuelan mis latidos
entre las alas de las miles de mariposas
que hacen estragos en mí,
por ti.
¡Mas qué poco dura la dicha
para quien siente
sin que le correspondan!
Pobres alevillas frágiles
envenenándose de la realidad
de escucharte a voz en cuello
recitar para alguien más
los versos que te pertenecen.
Salen despedidas de mi interior
en estrepitosa emesis
que acrecienta el abismo entre nosotros.
© Elizabeth Martiartu