[Narrador omnisciente]

Ya no había dudas para ninguno de los dos: querían estar juntos, necesitaban estar juntos, decidieron estar juntos.

Mentiría si les dijera que lo han tenido fácil. No es así. Para empezar, Romadji perdió su trabajo. El padre de Cristina movió todas sus influencias hasta conseguir que lo despidieran. La madre de la chica apenas le dirige la palabra a ella y su padre solo le habla para recordarle que si por estar detrás de "ese" bajan sus calificaciones aunque sea una décima, tendrá que irse de casa. Sobra decir que nunca han permitido que el muchacho ponga un pie en su hogar y nunca le han dicho ni siquiera el saludo.

Por otro lado, la sociedad los juzga duramente y los rechaza casi del todo. El círculo de amigos de la chica le dio la espalda y en la universidad puede sentir cómo hasta los profesores la miran de mala manera.

Para suerte de ambos, cuentan con una aliada: aquella profesora de Literatura que le confirmó a la joven hace años que los prejuicios raciales son un sinsentido total. Es ella quien los apoya y sirve de cómplice para los encuentros de los enamorados.

Pero, pese a todo, puede decirse que el amor ganó desde el momento en que ambos decidieron luchar para estar juntos, desde el momento en que decidieron hacer oídos sordos a las críticas de los demás, desde que prometieron ignorar las miradas de reproche que les da la gente cuando van de la mano por la calle.

Su amor es todo para ellos. Y mientras exista y estén dispuestos a defenderlo, poco importa lo demás.
© Elizabeth Martiartu


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