...

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Mutismo
Y quedaron muchas cosas suspendidas en el viento, porque ninguno quiso decirlas; pero podían palparse en el aire las letras dolorosas de cada palabra callada, cruda, tensa al igual que las cuerdas que se negaban a emitir sonidos.

Resulta que las miradas no son tan silenciosas y los gestos —que no saben ser tan discretos—, gritan a voces lo que callan los labios.

Así supimos, mas ninguno quiso admitir que se daba por enterado de lo que el otro estaba pensando. Nos comportamos como si diera vergüenza admitir que hace mucho sabíamos que era el fin de lo que alguna vez nos hizo sentir completos.

Preferimos el silencio; o al menos tú. Yo solo respeto tus intentos. Yo siempre preferiré ponerle sonido a las emociones, a los gestos, a la expresión facial. Simplemente estoy cansada de tener que hacerlo sola. Así que opto por dejar también mis palabras suspendidas en el viento.
© Elizabeth Martiartu