Intervalos en el espacio,
extrayendo topacio,
apaciguando mi caída estipulada...
Me vaciaste en el vacío,
me dejaste sin nada;
en la nada,
nado sobre lágrimas,
rimas ensimismadas;
ellas mismas danzan.

Un abismo;
sismos revuelven mis alas;
sangran, agrio alivio,
convivo entre lo caótico y
tu bonita falaz promesa,
soy la presa que
convive en las ruinas y
a ti se aferra.

Baraja las cartas,
mientras retuerzo mi cuello,
un as bajo la manga por
la herida de tu navaja,
esa que baja mis ganas de amarte y
mi arte lo destruyes
transformando el universo de venganza,
me convierto en el verso más amargo,
ardo en el infierno
mientras beso tus labios,
ácidos me atormentan.

¡Un navío me espera!
Para navegar por mar abierto,
nuestro puerto está muerto,
los lamentos se encuentran secos,
hemos sido el agua más pura y
turbia de aquel cariño,
me tiño de colores fantasías,
mágicos he infinitos,
el hilo se ha podrido,
mariposas no vuelan
en el estómago son
lombrices que se
comen nuestro destino.

Un alud de emociones,
manchan el lienzo de tinta,
extinta al trazar con mi imaginación,
un imán nos une por la lejanía.
En vigilia se clavan las espinas,
esas que infligen daño y
nunca podrán cicatrizar,
quiero hacer trizas
aquellos recuerdos aunque
en la eternidad vivirá,
quiero beber de ese veneno
donde me vuelvo inmortal,
somos simples mortales
intentándonos amar.

¿Cómo puedo odiar?

A quién a pesar de todo
se embulló en mi alma,
quiso conocer lo que me daña,
aunque atentó conmigo
con mis propias armas.

He entendido...

Adoro este torbellino de emociones,
lo caótico de quererte y
quedo inerte al intentar
mirar tus constelaciones,
prosas dedicadas a tu esencia,
se difuminan mis letras por admirarte,
volaremos errantes por un instante,
aunque estemos rotos y
los trozos serán sollozos
de nuestros ojos rojos,
numerosos periodos,
elaborados por los destrozos,
de todos modos
el despojo se convirtió
en lodo luminoso.

¡Aunque aún te lloro!

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