En la montaña más alta y en el valle más profundo,
donde el sol brilla con fuerza y la luna ilumina el mundo,
te doy gracias por cada momento vivido,
por las alegrías y también por los desafíos compartidos.

En la risa y en las lágrimas, en la calma y en la tormenta,
aprendo y crezco, en cada experiencia siento que me alimenta.
Porque en lo bueno y en lo malo encuentro lecciones,
que me guían en mi camino y fortalecen mis convicciones.

Agradezco por las risas que alegran mis días,
por las lágrimas que me enseñan la valía
de cada emoción, de cada paso dado,
porque en la dualidad encuentro mi legado.

En los momentos de luz y en las sombras de la noche,
agradezco por la oportunidad de crecer y ser más fuerte,
porque en la adversidad encuentro mi fortaleza,
y en la gratitud descubro mi verdadera riqueza.

Gracias por estar a mi lado, por ser mi compañía,
por escucharme, apoyarme y guiarme en cada día.
En lo bueno y en lo malo, en la alegría y en la tristeza,
agradezco por todo, porque cada experiencia es una lección impresa.

Así, con el corazón lleno de gratitud y amor,
agradezco por todo lo vivido, por cada nuevo amanecer.
Porque en la dualidad de la vida encuentro mi equilibrio,
y en la gratitud descubro el verdadero sentido de mi ser.