En una época ya pasada, olvidada, se cantaba en las canteras, en las aceras de las ciudades, las glorias, las historias, de aquellos que vivían en las estrellas, en aquellas zonas alejadas de la humanidad, de la realidad, de la verdad, seres con capacidades, con habilidades, que no se habían observado, que no se habían probado, solo se habían escuchado, en los albores de la existencia de la decencia.

La certeza, era que la riqueza de estas fascinantes, apasionantes narraciones, eran las redacciones, de aquellos reinados olvidados, castigados, por su arrogancia, por querer ser, más poderosos, mas deseosos, de aquello que no entendían, que exigían, porque pensaban en su necesidad, olvidando la amabilidad, creando la maldad.

Estos reyes malditos, fueron el detonante, el causante, de una batalla que se extendió por la tierra ya arruinada, destrozada, por una guerra esperada, sin saber cómo detener, lo que ya se imaginaba y se divisaba.

Pero no era el momento de esperar, era el momento de actuar, todo estaba preparado, pero nada era incomparable, con lo que se acercaba y se preparaba para actuar y desatar, la destrucción, la función, de estos seres incapaces de perdonar y de parar aquello que se avecinaba.

Ya se acercaban, se podía sentir, se podía vivir, aquel tormento que se apoderaba, que se encadenaba, en aquellos corazones terrestres, los dioses ya habían llegado, la batalla se desató y en tan solo un segundo el mundo desapareció, solo quedaban aquellos de corazones nobles que no querían, que no sentían la necesidad de luchar, eran los que volverían a crear, todo lo que se había perdido y sufrido.

Los dioses fueron benevolentes, pero los humanos fueron más fuertes.

Por Ángel de la muerte ✒️
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