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La Brújula Maldita (III)
Capítulo 3 - Navegando por Mares Traicioneros

El Ave Fénix, maltrecho por la tormenta, navegaba por aguas turbulentas. El cielo, aún estaba cubierto de nubes oscuras, amenazaba con desatar el mal tiempo en cualquier momento. La tripulación, agotada, pero con la moral alta, trabajaba sin descanso para reparar los daños causados por la tempestad anterior.

En la cubierta del barco, Anabella observaba el horizonte con preocupación. La brújula maldita, que antes la guiaba con precisión, ahora parecía temblar y girar erráticamente en su mano.

"¿Qué está pasando?", murmuraba para sí misma. "La brújula nunca se había comportado así antes."

Jack Sparrow, que se había acercado a ella sigilosamente, le susurró al oído:

"No te preocupes, bella Anabella. La brújula solo está reaccionando a los cambios magnéticos del mar. Es normal en este tipo de aguas traicioneras."

"No estoy tan segura, Jack", respondió Anabella con recelo. "Tengo un mal presentimiento."

Jack Sparrow, sonriendo con su habitual picardía, la animó: "Ah, la intuición femenina nunca falla. Pero no te preocupes, estamos juntos en esto. La tripulación del Ave Fénix es la mejor que hay en los mares. Superaremos cualquier obstáculo que se nos presente."

En ese momento, un grito de alerta resonó desde el vigía en lo alto del palo mayor:

"¡Monstruos marinos a babor!"

La tripulación se apresuró hacia la borda, con la mirada fija en el agua. Unas criaturas gigantescas, con tentáculos como serpientes y ojos como faros, emergieron de las profundidades del mar, rodeando al Ave Fénix con intenciones hostiles.

Empuñando su espada, Anabella ordenó: "¡Preparen las armas! ¡No dejaremos que estas bestias nos devoren!"

La batalla fue feroz. Los marineros lucharon con valentía contra las criaturas marinas, utilizando espadas, lanzas y hachas. El sonido de los golpes, los rugidos de las bestias y los gritos de los hombres se mezclaban en una cacofonía aterradora.

Anabella, en el centro de la batalla, luchaba con una ferocidad que sorprendió a todos. Su espada brillaba bajo el sol naciente, mientras esquivaba los tentáculos de las criaturas y les asestaba golpes certeros.

Jack Sparrow, a su lado, no se quedaba atrás. Con su daga y su astucia, se deslizaba entre las bestias, buscando sus puntos débiles y eliminándolas una por una.

Poco a poco, la tripulación del Ave Fénix fue ganando terreno. Las criaturas marinas, heridas y desorientadas, comenzaron a retroceder. Finalmente, con un rugido, se sumergieron en las profundidades del mar, dejando tras de sí solo una estela de sangre y espuma.

La tripulación estalló en vítores, celebrando su victoria. Anabella, exhausta pero triunfante, se dirigió a sus hombres.

"¡Lo han hecho increíblemente! Han luchado con valentía y determinación, y han demostrado que somos una fuerza a tener en cuenta. ¡Juntos, podemos superar cualquier obstáculo que se nos presente!"

Los marineros la vitorearon con aún más entusiasmo, golpeando sus espadas contra los escudos y lanzando monedas de oro al aire. El Ave Fénix parecía vibrar con la energía de su victoria, surcando las olas con renovado vigor.

Sin embargo, la celebración se vio interrumpida por un grito desde el vigía en lo alto del palo mayor:

"¡Un barco a babor! ¡Se acerca rápido!"

La tripulación se apresuró hacia la borda, escudriñando el horizonte. Un barco pirata, con la bandera negra ondeando al viento, se acercaba a toda velocidad, su casco reluciente bajo el sol. El bergantín estaba repleto de hombres armados hasta los dientes, con miradas codiciosas fijas en el Ave Fénix.

Anabella sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que estos piratas no eran como las criaturas marinas que acaban de derrotar. Eran hombres despiadados, sedientos de sangre y de riquezas. No se detendrán ante nada para arrebatarles la brújula que los llevaría hasta el tesoro.

"Preparen el barco para la batalla!", ordenó Anabella con voz firme. "No dejaremos que estos piratas se interpongan en nuestro camino."

Los marineros, aún exultantes por su victoria anterior, se apresuraron a preparar el barco para el combate. Cargaron las armas, afilaron sus espadas y tensaron las cuerdas de las ballestas. El Ave Fénix se transformó en una máquina de guerra, lista para defenderse del enemigo que se aproximaba.

Los dos barcos se acercaron uno al otro, intercambiando andanadas de cañonazos y flechas. Los marineros lucharon en la cubierta, espada contra espada, mano a mano. El aire se llenó de gritos de dolor, el crujir de la madera y el estruendo de los cañones.

Anabella, en el centro de la batalla, luchaba con la ferocidad de una leona. Su espada brillaba bajo el sol, mientras esquivaba los ataques de los piratas y les asestaba golpes certeros.

El astuto Jack "El Negro" Sparrow, apoyado por "Ojo de Halcón" y "La viuda Negra", se lanzó al abordaje del barco enemigo... ¿Lograría vencer las defensas del Bergantín atacante o perecería en el intento?

Continuará...

© Roberto R. Díaz Blanco