...

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Relámpago
Centella que incendia la alcoba húmeda,
aroma que alumbra el lecho,
transformándolo en barca
donde la pasión navega
tras el diluvio.

Bajo ese fulgor, somos
cuchillo y fruta que se funden,
prodigio que se repite
en un viaje hacia el alba.

La niebla se disuelve en jazz
mientras dura el destello,
y brota un huerto inventado
que también nevará
cuando la sangre se extinga
en sus espigas.

Mientras dura el relámpago,
tu cuerpo es el único refugio,
sonido, guitarra,
abrazo sin fondo,
certeza del agua que nos une.

© Roberto R. Díaz Blanco