...

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Laberinto sin callejones
Estoy en un bucle en el que solo estás tu,
¿podré hablarte después de tanto tiempo?,
¿podré subir el volumen hasta lo más alto?
no lo sé.

Soy muy egoísta no quiero que te vayas,
no antes de sacar desde las profundidades del mar mi voz ,
una que olvidó como nadar porque nunca lo intento.

La agonia en mi pecho no se detiene desde ese día
aquel en el que supe de ti,
el guardian detuvo las manijas del reloj,
después de tanto se quedó sin fuerzas,
el tiempo no avanza y el viento no sopla.

Este sentimiento lo he sentido antes,
la sensación de querer ser esa persona
aquella que sueña con la comodidad que le brindas
la que es feliz gracias a ti.

Decidí montar la brisa que se llevó mi voz
pero solo era eso una pequeña brisa,
la guíe hacia el Este dónde andas
pero fue muy débil,
se desvaneció en el instante que te alcanzó.

Me atreví a darme el lujo de arriesgarme,
mi alegría desbordaba por todas partes,
era imposible que dejara de fluir.

Hay un laberinto con una línea recta para descifrar que te miro,
es imposible que pierda la luz guía de tus ojos brillantes,
tu caparazón es el más resistente y robusto
aún así prefiero tu delicada piel rojiza.