Agonía
#WritcoPoem
Muchas veces sentí mí mundo tambalearse,
muchas veces caí y me costó levantarme,
muchas veces lloré a mares y sentí que moría,
que el peso sobre mí espalda era insoportable,
pero nada se compara con saberte lejos de tu madre,
y que su salud por un momento se apague.
Nunca sentí tanto dolor en carne viva
que sentí que moría,
nunca me costó respirar tanto como ese día.
Nunca sentí tanto peso en mí espalda como ese día,
en el que sentí tanta incertidumbre y tal agonía.
Sentir que mi madre un día se moría
era como sentir mí sangre arder
y no poder hacer nada,
sentir tanta preocupación en el alma
y tanto amor hacia ese ser que un día
me dio la vida y hoy podía acabarse la mía.
Cuando dolor en el alma y cuánta agonía
puede ocultar un cuerpo que tiene una herida,
que se desangra de preocupación en varias noches frías.
Nunca me sentí sin aire hasta ese día,
en que sentí que mi madre por poco se moría.
Se apagó su sonrisa y alegría en su mirada,
todo lo que hacía no la complacía
pues su malestar era más grande
que mí incesante agonía.
No imagino una vida donde ella no esté,
pues nunca contemplé que ella me faltaría,
la admiraba tanto como mí heroína,
lo que no entendía
era que ella era una mujer normal,
y por ende no era inmortal.
Mi madre hermosa, mí mujer maravilla,
no estoy preparada para me que faltes un día.
© EgliOst
Muchas veces sentí mí mundo tambalearse,
muchas veces caí y me costó levantarme,
muchas veces lloré a mares y sentí que moría,
que el peso sobre mí espalda era insoportable,
pero nada se compara con saberte lejos de tu madre,
y que su salud por un momento se apague.
Nunca sentí tanto dolor en carne viva
que sentí que moría,
nunca me costó respirar tanto como ese día.
Nunca sentí tanto peso en mí espalda como ese día,
en el que sentí tanta incertidumbre y tal agonía.
Sentir que mi madre un día se moría
era como sentir mí sangre arder
y no poder hacer nada,
sentir tanta preocupación en el alma
y tanto amor hacia ese ser que un día
me dio la vida y hoy podía acabarse la mía.
Cuando dolor en el alma y cuánta agonía
puede ocultar un cuerpo que tiene una herida,
que se desangra de preocupación en varias noches frías.
Nunca me sentí sin aire hasta ese día,
en que sentí que mi madre por poco se moría.
Se apagó su sonrisa y alegría en su mirada,
todo lo que hacía no la complacía
pues su malestar era más grande
que mí incesante agonía.
No imagino una vida donde ella no esté,
pues nunca contemplé que ella me faltaría,
la admiraba tanto como mí heroína,
lo que no entendía
era que ella era una mujer normal,
y por ende no era inmortal.
Mi madre hermosa, mí mujer maravilla,
no estoy preparada para me que faltes un día.
© EgliOst
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