...

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Hambriento
En nuestras noches hambrientas,
el único sabor que degusto es el de tus ojos.
Cuando la piel se vuelve líquida,
mis gestos pierden su candidez
y la mente se derrama
en ese mar de sueños.
No quisiera que te vayas,
porque ya solo queda carne
en este cuerpo, sin una pizca
de fantasía, de lujo o de placer.

© snieto