...

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Nuestra Melodía
La melodía ancestral siempre habitó en nosotros,
un canto dormido que ahora despierta.
Te invito a recordar, bajo el cielo estrellado,
que somos amantes, fuego inextinguible.

En lechos verdes tatuamos nuestra pasión,
y en la humedad resucitamos, unidos.
Las partículas invisibles del alba
nos bañan, renovando nuestras almas.
Agotémonos hasta la última gota,
en un diluvio de éxtasis y entrega.

Cito líneas dibujando tu boca en mi piel,
escritura arcana que narra el deseo.
Yo, antes de ti, era solo lenguaje;
ahora soy un animal salvaje, libre y fiero.

Detenemos la flecha en el aire,
trayendo los siglos a nuestro presente.
Despertamos al pez, al mono y al dinosaurio,
grabando sus nombres en nuestros cuerpos,
templos sensuales donde habita el amor.

Nos recibimos, nos reescribimos,
unión que nos convierte en mito.
Estás a mi lado, sobre mí, en mí,
dentro de mí, transcribiendo
con cada caricia los ritos del amor.

Las mareas avanzan, se alzan y descienden,
en un ciclo eterno que culmina en el viento.
Se diluye la superficie de sal,
y las olas, ya calmadas, resuenan en paz.
Van y vienen, trayendo consigo la tranquilidad.

© Roberto R. Díaz Blanco