Capítulo 30
Sky
1 año y 3 meses después.
—¡Sky!— la voz de mamá llena toda la casa. —¡Nos vamos en media hora!
Yo estoy aquí, en mi habitación, frente al espejo, arreglando los últimos detalles de mi sencillo pero elegante vestido y mi peinado. Hoy es el día de nuestra graduación del instituto y la verdad estoy un poco nerviosa. Llevo un vestido azul con falda corte secretaria y unos cómodos zapatos negros de tacón discreto. Lo sé, lo sé. Demasiado sencillo para una graduación; pero, en primer lugar, será una evento diurno y en segundo lugar, no veo cómo podré lucir un vestido con una toga encima. Lo que me recuerda que llevaré birrete. ¡Oh, no! No debí haberme hecho un peinado alto. Rayos, tendré que peinarme otra vez.
Mis nervios también se deben a que fui elegida como una de las oradoras de la ceremonia. No vayan a creer que fue por mis brillantes notas. Para nada. Solo que después de que Vanessa se encargara de divulgar ante toda la escuela mi vida privada, en la escuela comenzaron a impartir talleres de ayuda psicológica. Cada semana, venía a la escuela un psicólogo diferente y daba una charla, o hacía actividades variadas para animar a los alumnos a involucrarse.
Me sorprendió mucho descubrir que yo no era la única que necesitaba tanto esa ayuda. ¿Quién diría que hay tantos adolescentes deprimidos, algunos de los cuales incluso han considerado el suicidio, por asuntos que tal vez para otros parezcan tonterías, pero que nunca deben infravalorarse?
Supongo que sacar un poco la nariz de mis propios problemas me ayudó a darme cuenta de que no soy la única que los tiene. Cada persona en este planeta está pasando por su propio infierno y muchas de ellas no pueden apagarlo por sí mismas.
Ya sé, ya sé: estoy hablando como toda una profesional. Pero sucede que al ser el primer caso conocido en la escuela, me tomaron de “ejemplo” (por llamarlo de alguna manera) y terminé impartiendo mis propias charlas en el insti dos veces al mes, con la ayuda de Max, claro. Y esa es la razón por la que tengo que hablar hoy en frente de todos en la graduación.
Si se están preguntando qué fue de Vanessa, pues les cuento que se metió ella misma en un buen lío y que su tía, la entonces secretaria del colegio, perdió el trabajo por su culpa.
Sus padres tuvieron que regresar apresuradamente del viaje de negocios en el que estaban en aquel momento, lo cual les impidió llevar a cabo la firma de un contrato muy importante para su...
1 año y 3 meses después.
—¡Sky!— la voz de mamá llena toda la casa. —¡Nos vamos en media hora!
Yo estoy aquí, en mi habitación, frente al espejo, arreglando los últimos detalles de mi sencillo pero elegante vestido y mi peinado. Hoy es el día de nuestra graduación del instituto y la verdad estoy un poco nerviosa. Llevo un vestido azul con falda corte secretaria y unos cómodos zapatos negros de tacón discreto. Lo sé, lo sé. Demasiado sencillo para una graduación; pero, en primer lugar, será una evento diurno y en segundo lugar, no veo cómo podré lucir un vestido con una toga encima. Lo que me recuerda que llevaré birrete. ¡Oh, no! No debí haberme hecho un peinado alto. Rayos, tendré que peinarme otra vez.
Mis nervios también se deben a que fui elegida como una de las oradoras de la ceremonia. No vayan a creer que fue por mis brillantes notas. Para nada. Solo que después de que Vanessa se encargara de divulgar ante toda la escuela mi vida privada, en la escuela comenzaron a impartir talleres de ayuda psicológica. Cada semana, venía a la escuela un psicólogo diferente y daba una charla, o hacía actividades variadas para animar a los alumnos a involucrarse.
Me sorprendió mucho descubrir que yo no era la única que necesitaba tanto esa ayuda. ¿Quién diría que hay tantos adolescentes deprimidos, algunos de los cuales incluso han considerado el suicidio, por asuntos que tal vez para otros parezcan tonterías, pero que nunca deben infravalorarse?
Supongo que sacar un poco la nariz de mis propios problemas me ayudó a darme cuenta de que no soy la única que los tiene. Cada persona en este planeta está pasando por su propio infierno y muchas de ellas no pueden apagarlo por sí mismas.
Ya sé, ya sé: estoy hablando como toda una profesional. Pero sucede que al ser el primer caso conocido en la escuela, me tomaron de “ejemplo” (por llamarlo de alguna manera) y terminé impartiendo mis propias charlas en el insti dos veces al mes, con la ayuda de Max, claro. Y esa es la razón por la que tengo que hablar hoy en frente de todos en la graduación.
Si se están preguntando qué fue de Vanessa, pues les cuento que se metió ella misma en un buen lío y que su tía, la entonces secretaria del colegio, perdió el trabajo por su culpa.
Sus padres tuvieron que regresar apresuradamente del viaje de negocios en el que estaban en aquel momento, lo cual les impidió llevar a cabo la firma de un contrato muy importante para su...