...

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Sueños de amor delirante.
Aún recuerdo aquel día en el que, tan sutilmente, casi invisiblemente, quitaste de mi rompecabezas esa pieza que tapaba algo debajo. Emoción sobre emoción y listos, o eso dicen. Quise que fueras el tapón que tapara el abismo en mi interior, pero no supe que de ese abismo salían mis versos.
Recuerdo que te escribí esa nota, con aquello de “me gustas, y ojalá quedemos un día” y mi número de teléfono debajo.
No llegó ningún mensaje.
Cuando nos vimos de nuevo, me dijiste:
“Ey, ven un momento”.
Mi corazón latía, y mi cerebro intentaba ver qué me ibas a decir. No lo sabía.
Y entonces dijiste:
“Oye, no es que no me gustes, pero no eres... exactamente mi tipo”
Y yo intenté reír pero de la risa salió el llanto y empecé a llorar un poco. Luego, me contuve y ya estuvo.
Ella me fue a abrazar y yo la rechacé.
“Luego es peor”
Y ella quería consolarme y dijo:
“No quiero hacerte daño”

[...]

Yo me quedé un rato pensando, pero al final dije
“No puedes evitarlo.”
Ella parecía desconcertada
“¿Cómo?”
Yo, tras unos instantes, respiré hondo.
“Las parejas son cosa de dos. Si yo quiero algo contigo necesito que tú también quieras y, si eso no pasa, sufro.”
Pausa dramática.
“Entonces, nada se puede hacer. Si dijeras que sí pero no queriendo, al final sufriríamos mucho más los dos y me habrías mentido. Incluso si yo supiera que me ibas a decir que no, no decirlo habría sido peor. Con las circunstancias que teníamos, no podíamos hacer nada mejor.”
No te reconfortó. Luego tus ojos se clavaron en los míos y me pareció sentir un amor y una pasión ardientes dentro de tí. Luego parpadeaste, y el fuego se apagó. Te diste la vuelta y te marchaste, esta vez para siempre.

[...]

Alma desesperada que busca calor entre los rosales del drama. Me espera un largo viaje para atravesar el desierto de la verdad.
© JoMateix