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"La Sombra del Palacio"
Era una noche oscura en Londres, y las luces del Palacio de Buckingham parpadeaban como estrellas en un cielo nublado. La ciudad estaba tranquila, pero en el interior del palacio, el ambiente era todo menos pacífico. Un valioso artefacto, un antiguo collar de diamantes que perteneció a la reina Victoria, había desaparecido misteriosamente. Pero eso no era todo; hubo un intento de asesinato contra el conservador del museo, Sir Edward Hawthorne, quien había estado a cargo de la exhibición.

La detective Clara Mendoza, conocida por su astucia y determinación, fue llamada para investigar el caso. Con su cabello castaño recogido en una coleta y sus ojos verdes brillantes de curiosidad, Clara se adentró en el palacio. Se le asignó un asistente: un joven llamado Oliver, quien había trabajado en el palacio durante años y conocía cada rincón del lugar.

Mientras Clara revisaba la escena del crimen, notó algo extraño. Una ventana estaba entreabierta. “¿Por qué alguien entraría por aquí cuando hay tantas puertas?” se preguntó. Oliver la miró con nerviosismo. “A veces los visitantes tienen acceso a áreas restringidas. Pero nadie debería haber estado aquí anoche.”

Clara decidió interrogar a los tres empleados que estaban de guardia esa noche: la señora Jenkins, una anciana que cuidaba los jardines; Tomás, un joven guardia; y la señora Blackwell, la asistente personal de Sir Edward. Cada uno tenía una coartada aparentemente sólida, pero Clara sabía que las apariencias podían ser engañosas.

La señora Jenkins mencionó haber escuchado ruidos extraños cerca de la sala de exposiciones justo antes del incidente. Tomás parecía nervioso al hablar sobre su ronda nocturna y evitaba el contacto visual. La señora Blackwell, por otro lado, parecía demasiado interesada en desviar la atención hacia otros aspectos del palacio.

Clara decidió investigar más a fondo la sala de exposiciones. Allí encontró un pequeño trozo de tela atrapado en una esquina de un cuadro que representaba a la reina Victoria. Era un tejido raro que no pertenecía a ninguna de las vestimentas del museo. “Esto podría ser una pista”, pensó mientras lo guardaba cuidadosamente.

Esa noche, Clara y Oliver se quedaron en el palacio para observar desde las sombras. A medida que avanzaba la madrugada, escucharon pasos suaves acercándose a la sala de exposiciones. Clara hizo un gesto a Oliver para que se mantuviera alerta. Un hombre encapuchado apareció en el umbral.

“¡Detente!” gritó Clara mientras encendía su linterna. El hombre se dio la vuelta y comenzó a correr hacia las escaleras de servicio. Clara y Oliver lo persiguieron por los pasillos oscuros del palacio.

El ladrón logró escapar por una puerta trasera justo cuando Clara estaba a punto de atraparlo. Sin embargo, dejó caer un pequeño objeto: una llave antigua con un grabado peculiar que parecía coincidir con uno de los cofres del museo.

Al día siguiente, Clara examinó la llave con más cuidado y descubrió que pertenecía a una habitación cerrada desde hacía años: la biblioteca privada del rey Eduardo VII. Junto con Oliver, decidió investigar ese lugar olvidado.

Al entrar en la biblioteca polvorienta, encontraron estanterías llenas de libros antiguos y documentos históricos. Pero lo que realmente llamó su atención fue un escritorio cubierto de polvo con un diario abierto. Era el diario del rey Eduardo VII, lleno de secretos sobre el palacio y sus habitantes.

Mientras leían las páginas amarillentas, Clara encontró una mención sobre un grupo secreto que había existido durante años dentro del palacio: "Los Guardianes Oscuros", quienes tenían como misión proteger los secretos más valiosos del reino a cualquier costo.

De repente, escucharon ruidos detrás de ellos. Era Tomás, quien los seguía sigilosamente. “¿Qué están haciendo aquí?”, preguntó con voz temblorosa.

“Investigando”, respondió Clara con firmeza. “¿Sabías algo sobre Los Guardianes Oscuros?”

Tomás palideció y confesó que había oído rumores sobre este grupo desde niño, pero nunca había creído que fueran reales hasta ahora.

Esa noche, Clara decidió confrontar a Sir Edward sobre lo descubierto en el diario. En su oficina privada, él parecía visiblemente nervioso al escuchar sobre Los Guardianes Oscuros.

“Esos son solo cuentos antiguos”, dijo él rápidamente. Pero Clara no se dejó engañar tan fácilmente. “El collar no es solo una joya; es parte de algo mucho más grande”, insistió ella.

Finalmente, Sir Edward confesó que había estado recibiendo amenazas anónimas relacionadas con el collar y su seguridad. Temía por su vida y sabía que alguien dentro del palacio estaba involucrado en todo esto.

Con esta nueva información, Clara elaboró un plan para atrapar al verdadero ladrón detrás del robo y el intento de asesinato. Organizó una exhibición especial del collar para atraer al culpable al mismo lugar donde todo comenzó.

La noche de la exhibición llegó y todos los empleados estaban presentes: Clara observaba atentamente a cada uno mientras los asistentes admiraban la joya brillante bajo las luces deslumbrantes.

De repente, todo se tornó caótico cuando las luces se apagaron inesperadamente y un grito resonó en la sala. Cuando las luces volvieron a encenderse, descubrieron que Sir Edward había sido atacado nuevamente.

Clara rápidamente identificó al atacante: era Tomás quien estaba intentando huir con el collar en sus manos. Sin embargo, antes de que pudiera escapar por una ventana trasera nuevamente, fue detenido por Oliver y otros guardias alertados por el grito.

Después de someterlo y llevarlo bajo custodia, Tomás confesó ser parte de Los Guardianes Oscuros y haber planeado todo para recuperar lo que consideraba “un legado robado” del palacio.

Con el caso resuelto y el collar recuperado, Clara reflexionó sobre cómo incluso dentro de las paredes más seguras pueden existir secretos oscuros e inesperados peligros escondidos tras sonrisas amables y apariencias respetables.

Mientras salían del palacio bajo el cielo estrellado londinense, Clara miró a Oliver con una sonrisa satisfecha: “Nunca subestimes lo que puede esconderse detrás de las sombras”.

Y así concluyó otro misterio resuelto en la emblemática historia del Palacio de Buckingham… pero sabiendo muy bien que siempre habría más secretos esperando ser descubiertos en cada rincón histórico del mundo real.

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