...

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Penitencia
Deambulo sin remedio, ni siquiera puedo dormir unas horas seguidas.

Mis noches son ahora la cruel tortura y monotonía de mi boca sedienta bajo el grifo con agua. Como el cuerpo asolado en la cruz de un desierto. Como el cuerpo que se ha bajado de la cruz, pero carga con ella...

Y me trago desquiciada como un animal un océano cada treinta minutos. Algo que no sacia mis ansias, ni me calma, ni llega a terminar con este infierno.

Tengo seca la lengua, la garganta, los versos..., tengo agrietada la piel.
Soy la hoja del árbol caída en el suelo. Una hoja que aun sin árbol permanece viva.

Bebo desnuda y como una condenada, intentando aplacar a esta sed que parece infinita.
Dentro de mí siento algo eterno y maldito. Algo que ha nacido.

Como el ser que nunca muere, que no puede morir...
mas tampoco puede agarrarse a la vida.

© Flora Rodríguez