No fue ésta nuestra mejor semana, y tú lo sabes muy bien. Tus tropiezos, a los que se sumaron los míos, hicieron de estos días un constante pesar desventurado, que será mejor dejar en el olvido.
De vez en cuando sucede, y en realidad no es nada que podría considerarse anormal. Son esas rachas de varios eventos indeseables, que parecieran confluir todos juntos, o uno detrás del otro en una suerte de ráfaga imparable disparada en nuestra contra, que a veces nos agarran por sorpresa, al igual que una tormenta inesperada.
Por eso vida te tomé de la mano, y te propuse arrancar estas hojas insípidas y lúgubres de nuestra memoria inmediata, para archivarlas en el olvido. En aquel viejo cajón de nuestra historia, donde está todo sobre nosotros pero que casi nunca abrimos. Para luego de ello, inmediatamente retomar nuestra hermosa historia de amor, justo desde el momento donde la habíamos dejado. Para así poder reavivar el inmenso amor que nos une. Y continuar viviendo y disfrutando de más escenas exitantes y estimulantes que nos hagan poder gritar con fuerza sobre lo hermoso que es estar vivos, y bien juntos.
¡Y vaya! que si lo has hecho bien mi amor... Lo tuyo fue impecable. Quedé encantado y anonadado de ver a tus ojos ir despejándose de nubarrones de gris oscuro, y como de a poco fue saliendo el Sol en ellos. Fue el mejor amanecer que he presenciado en toda mi vida. Sabía que podías hacerlo. Sabía que eras buena en esto de usar tu corazón a lo grande. Y que cuando te dispones a amar... eres... seguramente insuperable.
Fue así como pude ser testigo directo y privilegiado de cómo el amor empezó a brotar de ti a caudales inimaginables. Tanto, que fue muy fácil para mí hacer lo propio, aportando también lo mío, procurando seguir tus pasos. Fue tan mágico y rápido, que en casi nada, ya lo habíamos logrado, y volvimos a ser nosotros. Dos enamorados, amándose del mismo modo en que lo veníamos estado haciendo hasta antes del aguacero del infierno.
No sé cómo decirlo, para expresar lo que sentí en ese momento, amor mío. Y sólo se me ocurre... decir lo siguiente:
Como amo dejarme llevar y perderme... por el celestial torrente de las aguas cristalinas y puras, del arroyo apacible y encantador que brota y emana desde tu corazón. Necesitaba hacerlo, con imperiosa urgencia; como un respiro profundo para mi alma que con frecuencia se asfixia en un mundo que le es hostil, por sus extensas penumbras y la densa oscuridad que le es adversa y la atosiga implacablemente, sin la más ínfima piedad.
Entrar en tu torrente y sentir como me abraza, es como si por unos instantes ingresara al paraíso más glorioso. Donde encuentro la paz más acérrima y extrema, tan anhelada por mi ser más íntimo. Y ni siquiera necesito saber nadar cuando me sumerjo por entero en tu arroyo de amor.
Cúbreme... arrástrame... y llévame lejos amor mío hasta donde nadie me encuentre y ni sepan más de mí. Sólo quiero perderme contigo en un lugar donde tu amor sea mi único respiro, mi único abrigo, mi único sentir, mi único latir. Renuncio a todo, por una eternidad contigo, porque tú eres mi cielo y mis deseos de estar vivo.
A modo de un oasis de luz... en medio de la infinita sombra...
Eso es exactamente... lo que tu amor redentor, significa para mí.

© 2023 Sermian
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