¿Encarcelada?
Ya no sabía ni lo que hacía. Existió una línea que separaba lo lógico de lo absurdo pero hacía mucho que su alma la había difuminado. Se sentía ridícula y (aún dentro de su estado de enajenación mental) consideró que sería un loca si se atrevía a salir de allí. Alejandose de la pequeña ventana...