Capítulo 28
Alex
Estos días junto a ella han sido el mejor regalo que he podido tener, los que han hecho que estas sean, sin duda alguna, las mejores vacaciones de mi vida.
Confieso que cuando Martha, su madre, me llamó el viernes en la mañana con la idea de que viniera aquí a pasar el fin de semana… bueno, no estaba muy seguro de que fuera lo mejor. Quiero decir, Érika había sido muy específica con lo que Sky quería y luego Martha me había confirmado por teléfono que ella no había cambiado de opinión, ni siquiera un poco. Así que aunque acepté la invitación, lo hice con el temor de no ser bien recibido por mi Cielo.
Hacía apenas media hora que acababa de llegar, cuando tocaron la puerta y Martha me pidió que abriera. Vi por la mirilla que era Sky y el corazón me dio un vuelco para acto seguido detenerse en seco.
Literalmente volví a la vida cuando ella saltó encima de mí con alegría y con tanta fuerza, que ambos caímos al suelo. Casi no me da tiempo a agradecer a Dios por su reacción; ella ya me estaba besando.
De más está decir que hemos sido inseparables desde ese instante. Ya perdí la cuenta de las veces que he tenido que contarle cómo fue que se me ocurrió aprender a tocar la guitarra, para luego descubrir que mi voz no era del todo intolerable, y cómo se me ocurrió la idea de la canción; su canción. (No, no pienso contarlo de nuevo. Lo siento si se quedan con la curiosidad)
Desde el instante en que la vi otra vez, supe que algo en ella había cambiado y ahora que la veo reír de nuevo con su madre, de esa forma cómplice, como hace mucho no lo hacía, tengo la certeza de que mi Sky no ha vuelto. No. Para nada. Mi Cielo se ha convertido en una mejor persona, en una versión más fuerte de sí misma. Y la expresión que veo en sus ojos me da la total certeza de que nada ni nadie va a poder socavar su fortaleza.
...
Estos días junto a ella han sido el mejor regalo que he podido tener, los que han hecho que estas sean, sin duda alguna, las mejores vacaciones de mi vida.
Confieso que cuando Martha, su madre, me llamó el viernes en la mañana con la idea de que viniera aquí a pasar el fin de semana… bueno, no estaba muy seguro de que fuera lo mejor. Quiero decir, Érika había sido muy específica con lo que Sky quería y luego Martha me había confirmado por teléfono que ella no había cambiado de opinión, ni siquiera un poco. Así que aunque acepté la invitación, lo hice con el temor de no ser bien recibido por mi Cielo.
Hacía apenas media hora que acababa de llegar, cuando tocaron la puerta y Martha me pidió que abriera. Vi por la mirilla que era Sky y el corazón me dio un vuelco para acto seguido detenerse en seco.
Literalmente volví a la vida cuando ella saltó encima de mí con alegría y con tanta fuerza, que ambos caímos al suelo. Casi no me da tiempo a agradecer a Dios por su reacción; ella ya me estaba besando.
De más está decir que hemos sido inseparables desde ese instante. Ya perdí la cuenta de las veces que he tenido que contarle cómo fue que se me ocurrió aprender a tocar la guitarra, para luego descubrir que mi voz no era del todo intolerable, y cómo se me ocurrió la idea de la canción; su canción. (No, no pienso contarlo de nuevo. Lo siento si se quedan con la curiosidad)
Desde el instante en que la vi otra vez, supe que algo en ella había cambiado y ahora que la veo reír de nuevo con su madre, de esa forma cómplice, como hace mucho no lo hacía, tengo la certeza de que mi Sky no ha vuelto. No. Para nada. Mi Cielo se ha convertido en una mejor persona, en una versión más fuerte de sí misma. Y la expresión que veo en sus ojos me da la total certeza de que nada ni nadie va a poder socavar su fortaleza.
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