En la botella guardó su corazón, encerrado con corcho apretado,
Pasado y futuro en ella reflejados, roto y fragmentado.
Sus ojos temblorosos ven partir, el viento juega con su pelo,
Una despedida dura, un adiós sincero, en su mente un anhelo.

El tiempo pasa, los años se van, la imagen del pasado se desvanece,
El corazón duele, la sonrisa perece, la brisa lleva sus deseos al anochecer.
En la botella, sus restos yacen, el corazón ya no late,
Un amor quebrado, un destino truncado, un camino nunca recorrido.

Las estrellas en el cielo ya no brillan con su ausencia,
El frasco sostiene sus fragmentos, una resiliencia ante la diferencia.
Almas gemelas, un lazo roto, en el frasco queda el lamento,
Las canciones de cuna duelen, el pasado se siente lento.

Se protegió con un escudo, pero no fue la mejor manera,
La historia no es de un final feliz, sino de una arena ardiente y severa.
Entregó su alma, su luz y sus puntas, atadas en la cruz del por qué,
Como un titiritero en sombras, moviéndose hacia el último revés.

Lanza la botella al mar, con despedida fría y larga,
El tiempo borra las huellas, la esencia se pierde sin alma.
Algo se va en su interior, te ve desvanecer entre arena y mar,
Dolor y anhelo pesan, pero es hora de partir y sanar.

La química que los unió fue raíz, pero ahora la felicidad es esquiva,
Quisiera volver a sentir, a creer en sonrisas y colores, sin duda ni deriva.
El sol que iluminaba su vida ahora quema, dejando cicatrices en el alma,
Tiempo agotado, huellas borradas, pero un nuevo camino llama.

Enfoca en estar bien consigo mismo, dejar atrás el pasado herido,
Nacemos solos y morimos así, en el camino, aprendizaje ha sido.
El amor cambió, el tiempo pasó, el dolor busca curación,
Amar y sanar, cada uno su propio corazón, en busca de redención.
© HAYST