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Critica entre familia
Mi madre repetía con regularidad dos adivinanzas que quién sabe cuál sería su origen. Primera: "¿que se come uno antes de nacer y después de muerto? ". Pregunta que podría llevar a una honda reflexión filosófica, pero que terminaba en el habitual y común pollo (antes de nacer nos lo comemos en forma de huevo y después de muerto en caldo, frito, al huerto, etc.).

La segunda adivinanza era muy bonita y tal vez en ella se encerraba mi naciente gusto por el lenguaje y el símbolo de aquellos tiempos infantiles. "¿qué es que en todo está?". El nombre. O, con más precisión, la palabra. Todo es susceptible de ser nombrado, desde las cosas que nos rodean, hasta las invisibles por pequeñas o por enormes (el mundo microscópico y el del cosmos).

Todo es palabra, todo es lenguaje. Otra forma de decir que todo es símbolo y significado.

Recientemente encontramos mi hija y yo un Cristo en una iglesia bastante mal hecho (ya por sus proporciones ya por sus intenciones) y le mencioné que ella como productora de imágenes (dibuja excelentemente bien sus propios personajes inventados) debe saber que toda imagen producida por el hombre es un símbolo y tiene un significado y una intención. Lo cual la hace suceptible de ser criticada. Así que nos fuimos contra la manufactura de ese Cristo que también es producto artificial al cual podemos criticar como seres humanos educados que somos.

Todo es susceptible de ser criticado, volví a repetirle. No porque algo sea producto de la Iglesia católica escapa a nuestra crítica. Lo único que no podemos criticar es a la naturaleza y a lo divino, ambos carentes de intencionalidad humana. De ahí en más... Nadie escapa a las consideraciones que nos despiertan los signos que emitimos de una u otra forma.
© Ergo Rodrerich