Hombres de maíz
Los hombres de maíz se plantan en la tierraconducen el momento de recoger los granos en la luna adecuada.
Los hombres de maíz se esconden en los maizales para evitar que le vean el rostro amarillo como el sol.
Son tan tímidos que solo en noches de luna llena salen a pasear a recorrer el lugar donde decidieron prosperar.
No desgarra la violencia sus venas, no amenazan con su cuerpos vegetales. Sólo se plantan en un mismo lugar por años. Levantan sus hogares, forman su familia y van a las labores cotidianas.
Hubo un momento en el tiempo en que los hombres de maíz desaparecieron de la tierra, específicamente de la milpa. Fue en ese entonces que la hambruna en la región se acentuó dejando en la mengua a las lunas.
Estrictamente, no desaparecieron, se escondieron porque los ahuyentaron dolor y decepción. Y no fue, si no hasta ocurrido el Gran Ahogamiento, que reaparecieron mostrando orgullosamente sus pechos de loro rojo. Portando renovadas pinturas en sus rostros, no con el barro sino con el onoto untado con miel. Caminaron más rápidos debido al calzado hechos de piel.
Los hombres de maíz poseerán el ímpetu del viento, por ello las espigas se doblarán hasta mas no poder y no se quebrarán. Tendrán el reflejo de la lujuria en sus venas. Se amamantarán del seno de la tierra, beberán la leche terrosa para procrear sus hijos luego de escupir la porción del alimento masticado.
En los monumentos rupestres aparecerán con las mazorcas maduradas en la frente, allí donde el padre sol los expone al abrazo solar.
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Los hombres de maíz se esconden en los maizales para evitar que le vean el rostro amarillo como el sol.
Son tan tímidos que solo en noches de luna llena salen a pasear a recorrer el lugar donde decidieron prosperar.
No desgarra la violencia sus venas, no amenazan con su cuerpos vegetales. Sólo se plantan en un mismo lugar por años. Levantan sus hogares, forman su familia y van a las labores cotidianas.
Hubo un momento en el tiempo en que los hombres de maíz desaparecieron de la tierra, específicamente de la milpa. Fue en ese entonces que la hambruna en la región se acentuó dejando en la mengua a las lunas.
Estrictamente, no desaparecieron, se escondieron porque los ahuyentaron dolor y decepción. Y no fue, si no hasta ocurrido el Gran Ahogamiento, que reaparecieron mostrando orgullosamente sus pechos de loro rojo. Portando renovadas pinturas en sus rostros, no con el barro sino con el onoto untado con miel. Caminaron más rápidos debido al calzado hechos de piel.
Los hombres de maíz poseerán el ímpetu del viento, por ello las espigas se doblarán hasta mas no poder y no se quebrarán. Tendrán el reflejo de la lujuria en sus venas. Se amamantarán del seno de la tierra, beberán la leche terrosa para procrear sus hijos luego de escupir la porción del alimento masticado.
En los monumentos rupestres aparecerán con las mazorcas maduradas en la frente, allí donde el padre sol los expone al abrazo solar.
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