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El Amanecer
Estoy bien solo.

Nunca he querido mezclarme con ningún humano.. Demasiado débiles, demasiado insignificantes.
Pero después de todo lo que ha pasado, no me quedaba más elección que aprender a vivir en su mundo si quería sobrevivir, por eso intento pasar desapercibido, pero necesitando un trabajo para pagar mis gastos y un lugar para vivir, que no fuese cualquier cartón de la calle donde fácilmente me pudiesen encontrar, eso resultaba muy complicado.

Me llamo Saga y tengo 27 años, hace ya un tiempo que completé mi transformación en hombre lobo y fui echado de la manada por tener gustos... Digamos... Peculiares. A pesar de haber conseguido mi independencia económica y no necesitar volver a juntarme con ellos, me sentía vacío y, creyendo que era lo mejor, intenté encajar en la manada como ellos querían, aceptando unirme a ellos y convivir, además de tener que hablar con los ancianos y que estos decreta sen que era importante que, aunque estuviese un poco... "despegado" como solían decir... Lo mejor para mí era someterme a la iniciación con una licántropa a pesar de sentir indiferencia por el sexo femenino, y puedo asegurar que fue la peor experiencia de mi vida, incluso peor que la paliza que recibí días después a manos de los ancianos por rechazar la unión de por vida con dicha mujer lobo.

He tratado de ir a muchos lugares buscando un hogar, pero nunca conseguía encontrar en dónde asentarme y sentirme cómodo el tiempo suficiente como para considerar el quedarme allí permanentemente, o incluso considerar buscar a alguien para formar una familia. La percepción del tiempo pasa distinto para nosotros que para los humanos.
Intenté buscar en muchos sitios dónde podría considerar tener un hogar y terminé viviendo en un pueblo llamado Jacksonville, al noroeste de Florida, buscando integrarme lo suficiente como para que nadie sospeche lo que soy y nadie pueda encontrarme.

Empecé por comprar una casa de dos plantas al final del pueblo y con el tiempo, cuando ya había conocido a la mitad de la gente que vivía aquí, me dijeron que el dueño de una tienda de motos planeaba jubilarse y no tenía hijos a quien dejar el legado de su tienda, por lo que me ofrecí a comprársela con el dinero que había ahorrado de la herencia de mis padres mientras estaba viviendo con la manada.
Después de hablar mucho con él y decidiendo que el hombre era más viejo que el papel y, obviamente, no podría dirigir un negocio, adquirí la tienda de motos local.
Me gusta la mecánica y con el tiempo se fue corriendo la voz de que la vieja tienda de motos de John Waves había vuelto abrir con un nuevo dueño, por lo que mucha gente quiso acudir a conocer al que, a partir de ahora, sería el nuevo dueño y a comprobar cuantos cambios iba a realizar en la tienda.

Por lo visto la gente de ese pueblo no estaba muy de acuerdo con los cambios enfocados a la modernidad.

Con el tiempo y trabajo duro, conseguí hacerme con la amabilidad de la gente, de esta forma nadie que pudiera tener conocimiento de mi pasado debería preguntar por mí. Había creado un asentamiento en Jacksonville sin necesidad de contar cual era mi pasado, ni mis preferencias sexuales, lo que hizo que estuviese muy agradecido. Ya me sentía bastante mal conmigo mismo por esto y no necesitaba que viniese nadie de fuera a decirme que sentir amor entre dos hombres estaba mal, o que el hecho de que sienta repugnancia hacia tener intimidad con el sexo femenino, teniendo en cuenta mi aspecto y mi físico trabajado, era un insulto a cualquier sueño húmedo alguna vez tenido por una mujer.

Lo único bastante estúpido que hice fue mantener mi nombre: Saga. Quizás algún día deba cambiarlo para que no me encuentren los de la manada, no planeo ausentarme lo suficiente como para fantasear con una familia y niños pero no quiero volver a un lugar donde no pertenezco, mi nueva pasión ahora es arreglar motos, y estaba consiguiéndose gracias a la hospitalidad de la gente de aquí y a que tenía buena mano con las motos. Los vecinos incluso le recomendaban a gente de otros pueblos que venían aquí exclusivamente para conocer al gran y apuesto hombre que arreglaba motos en un pequeño taller oculto en Jacksonville.

- ¿Hola? - una voz en la entrada del taller lo sacó de sus ensoñaciones y levantó la cabeza para comprobar si alguien estaba en la entrada de su tienda o había sido su imaginación soñando despierta- ¿Aquí arreglan motos? Hace poco que me mudé al barrio y mis vecinos me han recomendado venir aquí en lugar de bajar a la ciudad. Mi vecino de enfrente... No me acuerdo de su nombre... Bueno, él me ha dicho que es mejor venir aquí que bajar a la ciudad.-

Saga se limpió la grasa en uno de los trapos nuevos y salió a ver quien llamaba. Le gustaba que sus propios vecinos hiciesen publicidad de su tienda y le echasen una mano trayendo a gente al taller a que arreglen sus vehículos o a gente nueva a que compren motos, hacia que el negocio fuese lo suficientemente bien como para no tener que preocuparse de irse de aquí en bastante tiempo. Casi pierde todo el aire del cuerpo cuando le vio de reojo mientras caminaba hacia el pequeño grifo que tenía al lado del mostrador, estaba tan acostumbrado a ignorar su atracción al sexo masculino que pudo disimular bastante bien su erección con un muy disimulado ajuste de su mano, pero madre mía, que le perdonen si no podía evitar fantasear con los ojos abiertos con ese cuerpo debajo suyo.

- Me encanta cuando mis vecinos hacen promoción de la tienda, pero creo que a veces se creen que soy el Superman de las motos y que arreglo cualquier cosa... Perdona. ¿Qué necesitas exactamente? Arreglo motos pero sigo siendo un taller pequeño con un espacio un poco limitado para trabajar. - contestó con una gran sonrisa, le gustaba ser sincero con la gente y realmente no podía costearse grandes piezas de reparación pero quería retener con él a ese macizo un poco más.

- No, tranquilo... No es nada grave, son sólo las luces... El problema es que últimamente salgo del trabajo de noche y, la verdad, no me gustaría tener un accidente por ser imprudente. - el chico sonrió con tanta naturalidad que Saga pensó que él podría iluminar todo el pueblo sin ninguna necesidad de arreglar las luces de su moto.

Saga se repitió en su cabeza que debía parar, y que sentir sentimientos por ese hombre no estaba nada bien, había aprendido a guardarse sus sentimientos consigo mismo y esconderlos para que nadie supiera nunca que se sentía atraído hacia el sexo masculino, ya se estaba empezando a cansar de que las mujeres le dijeran en todas las citas que era un desperdicio que fuese gay, pero eran ellas la que le querían besar, en primer lugar, y él no quería tener nada que ver con una mujer en ese ámbito, ni siquiera para un corto beso. El sólo pensar en darle un beso a una mujer le hacía ponerse enfermo.

Al final había decretado una nota mental para sí mismo: morir sólo y virgen.

- Sinceramente, creo que a nadie le gustaría que tuvieras un accidente y menos de moto... ¿Tienes la moto por aquí? Si no te importa me gustaría echarle un vistazo, pero si son sólo las luces te las puedo cambiar en un momento. - respondió mientras lanzaba el trapo que tenía en sus manos, a un cubo al lado del mostrador. - Si no tienes inconveniente en esperar un poco más, a menos que tengas una cita y llegues tarde, claro. -

El hombre sonrió ampliamente antes de salir del taller y atravesar la puerta del garaje con una Harley Davinson de lujo en perfecto estado en sus manos. Aquello mató al instante todas ilusiones que tenía Saga de tener algo que ver con el macizo, a él no le gustaba tener que verse involucrado con niños ricos, siempre acababan en problemas. Pensar en aquello le obligo a poner una mueca de decepción en su cara que esperaba que el niño bonito no hubiese notado, ni malinterpretado.

- Maldición, me encanta la moto... - susurró cuando se acercó a revisar el faro, con cuidado de no tocarla mucho. Le parecía tan preciosa que temía hacerle el mínimo roce, nunca se sabía cuando volvería a ver una de sus motos preferidas, y desde luego estaba convencido que si él hombre era un niño mimado, ya podría empezar a despedirse del niño y de la moto. - Me encantan las Harleys Davinson pero siempre las he encontrado terriblemente caras. -

Al oír su comentario, el hombre dejó salir una carcajada tan natural que Saga por poco se disloca el cuello de lo rápido que lo giró para buscar la buscar la voz. Parecía divertido pero él no sabía qué de todo lo que había dicho podía divertir al hombre.

Y esperaba fervientemente que no se estuviera burlando de él.

- No la compré yo, que va... Ni mucho menos, jamás en mi vida podría costearme una Harley, y mucho menos nueva. No, definitivamente ni en un millón de años. - seguía sonriendo a pesar de que ya no se reía, y Saga no estaba seguro de haber visto algo más hermoso en su vida. Se pateó mentalmente antes de seguir mirando fijamente al hombre y parecer un acosador.- Digamos que... Es un regalo... Que yo mismo tomé de mi ex. -

- Espera... ¿Me estas diciendo que tu novia te ha regalado una Harley Davinson de último modelo y con accesorios añadidos extras de carrocería de lujo? ¿Para luego dejarte? No lo entiendo en absoluto, pero oye... - Saga silbó de puro asombro antes de volver a mirar a la moto, a sus ojos poco le faltaron para formarse estrellas de ilusión por la dichosa moto- Ojalá pudiera tener yo un ex así... -

- Ojalá fuese así... Pero no... - el chico guapo  seguía riéndose y parecía francamente divertido por algo que él estaba diciendo y Saga no dejaba de reproducir una y otra vez la conversación mentalmente en su cabeza buscando qué de todo lo que había dicho le estaba haciendo tanta gracia al chico. - Digamos que... No me la regaló exactamente... En realidad, iba a ser el regalo de cumpleaños de su amante... Y el muy idiota, para esconderla y que fuese una sorpresa, la había guardado en mí garaje para dársela al día siguiente cuando se encontrara con ella en mí casa y en mí cama, aprovechando que yo tenía un viaje de negocios y no volvería en unos días y no podría reclamarle... Cómo lo tuve que cancelar a última hora y volví a casa demasiado temprano, los descubrí... Haciéndolo en nuestra cama... De modo que como auto pago por su infidelidad decidí quedarme con su moto en lugar de permitir que se la regalara a esa mujer que ni siquiera sabía quien era... Así que me gané una moto y el orgullo herido de, probablemente, el hombre con más ego que haya conocido en este planeta-

Mientras Saga escuchaba atentamente, se mordía la esquina del labio para evitar reírse a carcajadas de la maldad y el orgullo con el que el chico contaba su historia, diablos, sí que podía ser vengativo ese hombre...

Y le encantaba, realmente lo hacía.

Esperaba que nunca tuviera que tomar venganza con él, porque tal vez tendría que salir huyendo y buscar un lugar seguro, pero para que eso pudiera pasar primero tenía que conseguir meterlo en su cama.... Y Dios sabía cómo deseaba tenerlo debajo suya...
El problema era que, en lo poco que había hablado con él, ya no era sólo en la cama donde quería meterlo. Quería conocerlo más profundamente, y eso era un problema.

No debía involucrarse con humanos. Ni ahora ni nunca. Eran frágiles y podían poner el riesgo el secreto de su transformación, entonces si que tendría que mudarse y tal vez muy muy lejos. Aunque, bueno, nadie dijo nada de una amistad.

- Puedo cambiarte las luces en un momento si quieres, no debería llevarme más de media hora como máximo. - contestó Saga, aún seguía bastante divertido por el estado que le contaba de la moto, mientras se levantaba para ir al armario que tenía al fondo del taller y buscaba un foco del tamaño adecuado para la moto. - Definitivamente no tardaré demasiado, no tengo más pedidos hasta dentro de un par de horas. -


El chico asintió, parecía calcular mentalmente el tiempo o quizás tenía cosas que hacer y pensaba en que excusas podía poner, se apoyó de espaldas a la mesa donde habían unos pocos documentos, esparcidos y subrayados, los cuales él intuyó que serían esos famosos pedidos que tenía que entregar aquel apuesto mecánico después. No podía evitarlo, era demasiado enamorado, demasiado amante de las lecturas románticas donde "chica/chico conoce a chica/chico, se enamoran, y viven miles de aventuras cogidos de la mano mientras en cada obstáculo que deben superar, se juran amor eterno cuando parece que van a morir y luego, mágicamente, vuelven como si nada y se convierten en héroes de la historia salvando el grandioso final de ésta. "

Estaba muy seguro de que él quería saber más del hombre, quería preguntar todo y quedarse ahí sentado eternamente, hablando con él, viéndole trabajar... Pero sentía que no era adecuado, él era demasiado romántico y tendía a enamorarse siempre a primera vista de los hombres que no le convenían, para luego descubrir que esos hombres no eran para él o eran todo lo contrario de lo que habían pretendido ser en un principio, solo para llevárselo a la cama... Y aquel adonis parecía tener tatuado en la frente y con reflectante:
"Soy un rompecorazones".

Pero había algo en ese hombre que le hacía tener curiosidad.

- Eh... ¿Te importa mucho si me quedo ? Si no te molesto aquí claro, no tengo nada que hacer hoy y siento curiosidad por ver como cambias las luces y como trabajas, en general. Nunca he tenido el don de poder trabajar con las manos, y la mecánica siempre me ha parecido interesante pero no me veía capaz, aunque me gusta mantenerme en forma... Trabajar en una tienda no es el mejor sitio para mantenerse bien de físico. - la sonrisa del chico cada vez era más grande y sus ojos brillaban en esperanza de que el mecánico aceptase su propuesta y pudiese pasar algo más de tiempo a su lado, a Saga le rompía el corazón decirle que prefería trabajar solo.

A pesar de que sabía que debía mantenerse alejado de él y que jamás había considerado tener compañía mientras trabajaba, decidió que por un día que estuviera acompañado no iba a pasar nada, y que el hombre había resultado ser divertido y sexy como el infierno. Mantenerlo en el rango de visión no parecía tan mala idea, aunque sólo fuese para poder darse el gusto visual, porque aquel hombre parecía del tipo que se enamoran, y él, ahora mismo, no podía tener más problemas con la manada y menos aún enamorándose de un humano, un débil y frágil humano.
Para ellos, no sólo considerados débiles, sino también inferiores, aunque él no estuviera muy de acuerdo por la descripción del líder de la manada.

- Claro. Así no estoy tan sólo... - le sonrió con interés y fue a revisar la moto. Se debatió internamente en si debería presentarse o simplemente dejar que el hombre inspeccionase el sitio y se fijase en su trabajo para matar el tiempo - Por cierto, mi nombre es Saga... Tal vez esto pueda parecerte muy invasivo... Y... No tienes que porqué contestar si no quieres, pero... ¿Puedo tratar de sacarte la información de cuál es tu nombre?-

El chico sonrió y Saga, en ese momento, se dio cuenta de que se había enamorado de esos hoyuelos que adornaban sus mejillas cuando reía, y le pareció tremendamente cursi ... Pero también se enamoró de todo lo que era el hombre.

Estaba perdido.

Por favor, que alguien quemase su alma para no poder volver y no tener que ver esa dulce mirada sin poder retenerla para sí mismo por siempre. Le jodería como el infierno, y le arrancaría la cabeza a más de uno a pesar de haber sido su idea, pero siempre era mejor eso que tener la necesidad de abrazar al hombre y saber que nunca iba a poder hacerlo. No podía involucrarlo en su mundo. Parecía tener un alma tan pura, que le dolía el alma y un dolor se instalaba en su pecho y subís por su garganta tan sólo imaginándole debajo de un lobo, herido y sin protección alguna... Suplicando su ayuda sin posibilidad de defenderse por si mismo.

No, definitivamente no. Ellos acabarían con él si se enteraban de algo como eso de parte de Saga, más aún habiendo rechazado a tantas mujeres e huido de su mandada por sus sentimientos hacia los hombres. Irían a por él, lo matarían... Lo violarían...

No podía imaginarse la clase de sufrimiento a la que someterán a un hombre tan bello... Pero su mente no le permitía apartar los ojos de él.

- Dexter... Pero mis amigos me llaman Dex- el chico sonrió, sintiéndose feliz por fin en mucho tiempo. Dexter se quedó mirando a Saga y... Diablos, era grande como el infierno, y, tal vez, en otras circunstancias, hubiese deseado que fuese caliente al mismo grado, pero debía admitir que tenía la autoestima tan hundida como para creer que podría resultarle atractivo a alguien como él, o que no tuviese pareja y eso significaba que estaba coqueteando con el novio de alguien... Por lo tanto le resultaba imposible dar el paso en esos momentos.- Espero que nos veamos más... Saga. -




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