Cada vez que salgo, y me alejo,
de mi reconfortante y acogedor hogar,
me enfrento al rigor de la intemperie;
a grandes vientos, que me sacuden,
y me quieren arrastrar por caminos...
por dónde no deseo transitar.
Suelo ver las cosas,
desde otro lugar...
con otros ojos diferentes...
a los típicos, de un humano...
de corazón mundano.
Aunque todo luzca,
precioso, ordenado e impecable...
siempre me topo de lleno,
con un mundo devastado,
que continúa, a cada instante,
derrumbándose a pedazos.
Es imposible que sus esquirlas,
no me lleguen... no me toquen...
no me perforen de lado a lado.
Y no vaya perdiendo de este modo,
gota a gota...  mi líquido vital carmesí.
Porque lamentablemente, para mí,
tengo empatía con mis hermanos,
y no puedo ser indiferente...
a lo que le sucede...
a otro ser viviente.
Aunque de vez en cuando,
también uso armaduras y escudos,
para minimizar los daños.
Pero lo más importante,
es que tengo en el Cielo y en la Tierra,
benditos Seres de Luz a mi favor,
con el suficiente Amor,
para curar todas mis heridas...
evitando mi sangría.
Y no es porque sea alguien especial,
porque sólo soy un ser humano más,
que ha sabido escuchar,
la Palabra del Altísimo,
y la he incorporado en mí...
no por conveniencia o por rigor;
sino por sentirlo así...
y entender la importancia del amor.
Es por todo ello,
que el sentir y la identidad cristiana,
me resuena tan familiar, en mí...
tan ceñido a mi esencia...
a mi yo profundo...
y a mi modo de ser...
que no quiero perder.
Y estoy dispuesto,
a librar duras batallas espirituales,
para no permitirlo.
Me reconozco que no soy muy fuerte,
pero tampoco soy tan débil,
para perder en esta guerra crucial.
Porque además,
tengo el elemento vital,
la brújula que me guía,
en esta osada travesía;
que es el conocer muy bien...
que todo se resume en el amor.
Pero de cualquier modo,
y cada vez que sea imprescindible,
seré similar a un salmón,
nadando contra la corriente;
mientras conserve alguna energía...
para hacerle frente.
Porque soy consciente,
que para mí es inadmisible,
perder mi verdadera identidad,
y no tengo por qué ceder...
y adoptar la de los demás.
Pasaría a ser así
un completo fraude,
a mí mismo...
a lo que soy...
y a mi Padre...
que me engendró con Amor...
y a su imagen y semejanza.

© 2024 Sermian
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