Capítulo 4.
Conocer, sin saber ¿quién es?
Ese alguien que ayudaría a Alejandro era nada más y menos una joven mujer hermosa y refinada, la cual era muy inteligente.
Alejandro viajó a Nueva York, Estados unidos para conocerla, en la noche del Jueves él ya se encontraba instalado en la habitación del hotel. La cual era pequeña y económica, Alejandro sabía que no podía derrochar más el dinero, puesto que ya no le quedaba mucho en su cuenta personal.
El frío clima le había tomado por sorpresa, no había traído abrigo y no estaba en disposición de comprar uno.
A la mañana siguiente, Alejandro se apresuró a asistir a la reunión con aquella misteriosa mujer.
Un gran edificio en el centro de la ciudad lo impresionó, con magníficos detalles y grandes ventanas relucientes. A las afueras un guardia lo detuvo.
— ¿Who are you?
— My name is Alejandro Magno, my company is Small Car. I have come, because I have a reunion with miss Katerin.
Respondió esbozando una sonrisa nerviosa.
Alejandro no era muy bueno con el inglés, por lo que deseaba que la presidenta dominará el español. Sino él estaría perdido.
El guardia le sonrió y le dio acceso, al entrar una bella mujer de cabello castaño ondulado lo recibió y lo dirigió al elevador.
— My president is very interested for meet you.
Agregó la castaña con una sonrisa.
— Oh, me too.
Contestó sonriendo.
Al llegar al 14vo piso, el ascensor se detuvo, abrió la puerta y le dejó ver a Alejandro una gran oficina. Afuera de esta se encontraba un gran escritorio, un teléfono y una computadora.
La castaña lo dirigió hacia la gran oficina que por dentro estaba más grande, unos estantes de libros de contabilidad adornaban los extremos, en el centro se encontraba un gran escritorio de madera con una silla giratoria de cuero negro detrás de esta.
Tanto el escritorio como la oficina estaban ordenados perfectamente. Observó con admiración una linda pintura colgada en la pared.
En el escritorio estaba una computadora, unos papeles apilados y ordenados, un marco de foto y una placa que decía: CEO G. Katerin R. Castillo.
— Pass and take a chair(pasa y toma un asiento)
In a moment, the president will come. (En un momento, la presidenta vendrá.)
Le indicó la castaña con una sonrisa y retirándose.
—Thank you. (gracias)
Después de un momento, apareció una bella mujer de cabello pelinegro, alta, ojos café oscuro. Vestida con un traje azul, el cual resalta su piel. Venía hablando con unos empleados.
— Bueno, Rodríguez me comentas más al rato como te fue con el delegado de Chicago.
Dijo con una agradable voz.
Alejandro sintió un gran alivio al escuchar el buen español de ella. Al menos, no se tenía que preocupar por explicarle su situación en inglés.
Katerin al verlo esbozó una gran sonrisa, se dirigió a su asiento, se sentó frente a Alejandro que la miraba con alegría.
— ¿Mexicano?
Preguntó con una sonrisa.
— Sí, me presento. Mi nombre es Alejandro Magno. ¿ usted es?
— Oh, mi nombre es Katerin Castillo y soy la CEO de esta compañía.
— Gusto en conocerla.
Contestó seductoramente tomando y besando su mano derecha.
Katerin sonrió, ella se percató que él no la había reconocido.
— Bueno al grano, ¿cuánto necesita para levantar su empresa?
Comentó seria.
— Como 34 millones de dólares, ¿los tendrá?
— Claro, hasta más tengo.
Comentó con gracia.
— Y, ¿cómo le estaré pagando?
— Eso veremos, cuando la empresa progrese. Además, usted sabe perfectamente que no tiene como pagarme.
— Que bien.
Contesto alegremente.
Alejandro estaba feliz de la buena suerte que había tenido al conocer a alguien tan bueno como ella, hasta llegó a pensar que se trataba de un ángel.
Mientras que, Katerin sonreía porque lo tendría entre sus manos, por fin lograría su objetivo y le haría pagar por todo el daño que le había hecho.
— Pero, tengo una condición antes de darle el dinero, ¿la aceptará?
— Claro, aceptaré con mucho gusto. ¿Cuál es esa condición?
—Luego sabrá mi condición, por ahora tomé el dinero y váyase a solucionar su problema, luego lo veré.
Dijo extendiendo le un cheque.
— Gracias, entonces, hasta luego.
Dijo Alejandro con una gran sonrisa mientras tomaba el cheque.
— Ah, pero, antes lea y firme el contrato.
— Lo firmaré sin leer y confiaré en usted.
Respondió Alejandro emocionado por el cheque.
— Está bien, luego le llevo la copia del contrato.
Contestó sonriente.
«Pero, que imprudente sigue siendo» pensó ella.
Tomó el dinero y se fue. Katerin quedo sola con una sonrisa en el rostro. Todo había resultado como lo había planeado.
— Sabía que vendrías a mí y me pedirías ayuda, pero, no va a hacer fácil para ti ahora la vida, te quiero ver destruido, así como me lo hiciste a mí. Esto lo he estado esperando por mucho tiempo y ahora lo disfrutaré sentada aqui.
Se dijo para sí misma y luego comenzó a reírse como las peculiares villanas de las películas.
Tomo el teléfono.
— Mande, presidenta.
Contestó una jovencita.
— Por favor, Mandy. Prepara una mesa para dos esta noche, y una botella de champagne.
Ordenó animadamente.
— Como ordene.
Respondió alegre.
Finalizó la llamada y salio de la oficina.
Su secretaria se encontraba concentrada en unos documentos, cuando se percató de que ella se encontraba frente a ella, se levantó y la miró.
— Presidenta, ¿Qué desea?
— Coral, por favor cancela todas mis citas y posponlas a otra fecha, después de eso puedes tomarte la tarde libre, nos vemos mañana.
Respondió de buenas.
— De acuerdo, presidenta. Nos vemos mañana, que le vaya bien.
— Gracias.
Se retiró contenta a su casa, tendría una celebración en la noche y debía prepararse.
En su coche, antes de salir del estacionamiento, marcó a un número.
— Cariño, ¿a qué no sabes quien vino a verme?
Comentó con una socarrona sonrisa.
— No me digas que si vino él.
— Sí, vino aquí y no fue capaz de reconocerme, además que cayó fácilmente en mi trampa. Estoy feliz y quiero celebrarlo contigo, cenemos esta noche, ¿qué te parece?
— Está bien, terminó todo y te busco en el lugar de siempre. ¿No?
— Yes, honey.
Contestó con emoción.
— De acuerdo, allá nos vemos.
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Ese alguien que ayudaría a Alejandro era nada más y menos una joven mujer hermosa y refinada, la cual era muy inteligente.
Alejandro viajó a Nueva York, Estados unidos para conocerla, en la noche del Jueves él ya se encontraba instalado en la habitación del hotel. La cual era pequeña y económica, Alejandro sabía que no podía derrochar más el dinero, puesto que ya no le quedaba mucho en su cuenta personal.
El frío clima le había tomado por sorpresa, no había traído abrigo y no estaba en disposición de comprar uno.
A la mañana siguiente, Alejandro se apresuró a asistir a la reunión con aquella misteriosa mujer.
Un gran edificio en el centro de la ciudad lo impresionó, con magníficos detalles y grandes ventanas relucientes. A las afueras un guardia lo detuvo.
— ¿Who are you?
— My name is Alejandro Magno, my company is Small Car. I have come, because I have a reunion with miss Katerin.
Respondió esbozando una sonrisa nerviosa.
Alejandro no era muy bueno con el inglés, por lo que deseaba que la presidenta dominará el español. Sino él estaría perdido.
El guardia le sonrió y le dio acceso, al entrar una bella mujer de cabello castaño ondulado lo recibió y lo dirigió al elevador.
— My president is very interested for meet you.
Agregó la castaña con una sonrisa.
— Oh, me too.
Contestó sonriendo.
Al llegar al 14vo piso, el ascensor se detuvo, abrió la puerta y le dejó ver a Alejandro una gran oficina. Afuera de esta se encontraba un gran escritorio, un teléfono y una computadora.
La castaña lo dirigió hacia la gran oficina que por dentro estaba más grande, unos estantes de libros de contabilidad adornaban los extremos, en el centro se encontraba un gran escritorio de madera con una silla giratoria de cuero negro detrás de esta.
Tanto el escritorio como la oficina estaban ordenados perfectamente. Observó con admiración una linda pintura colgada en la pared.
En el escritorio estaba una computadora, unos papeles apilados y ordenados, un marco de foto y una placa que decía: CEO G. Katerin R. Castillo.
— Pass and take a chair(pasa y toma un asiento)
In a moment, the president will come. (En un momento, la presidenta vendrá.)
Le indicó la castaña con una sonrisa y retirándose.
—Thank you. (gracias)
Después de un momento, apareció una bella mujer de cabello pelinegro, alta, ojos café oscuro. Vestida con un traje azul, el cual resalta su piel. Venía hablando con unos empleados.
— Bueno, Rodríguez me comentas más al rato como te fue con el delegado de Chicago.
Dijo con una agradable voz.
Alejandro sintió un gran alivio al escuchar el buen español de ella. Al menos, no se tenía que preocupar por explicarle su situación en inglés.
Katerin al verlo esbozó una gran sonrisa, se dirigió a su asiento, se sentó frente a Alejandro que la miraba con alegría.
— ¿Mexicano?
Preguntó con una sonrisa.
— Sí, me presento. Mi nombre es Alejandro Magno. ¿ usted es?
— Oh, mi nombre es Katerin Castillo y soy la CEO de esta compañía.
— Gusto en conocerla.
Contestó seductoramente tomando y besando su mano derecha.
Katerin sonrió, ella se percató que él no la había reconocido.
— Bueno al grano, ¿cuánto necesita para levantar su empresa?
Comentó seria.
— Como 34 millones de dólares, ¿los tendrá?
— Claro, hasta más tengo.
Comentó con gracia.
— Y, ¿cómo le estaré pagando?
— Eso veremos, cuando la empresa progrese. Además, usted sabe perfectamente que no tiene como pagarme.
— Que bien.
Contesto alegremente.
Alejandro estaba feliz de la buena suerte que había tenido al conocer a alguien tan bueno como ella, hasta llegó a pensar que se trataba de un ángel.
Mientras que, Katerin sonreía porque lo tendría entre sus manos, por fin lograría su objetivo y le haría pagar por todo el daño que le había hecho.
— Pero, tengo una condición antes de darle el dinero, ¿la aceptará?
— Claro, aceptaré con mucho gusto. ¿Cuál es esa condición?
—Luego sabrá mi condición, por ahora tomé el dinero y váyase a solucionar su problema, luego lo veré.
Dijo extendiendo le un cheque.
— Gracias, entonces, hasta luego.
Dijo Alejandro con una gran sonrisa mientras tomaba el cheque.
— Ah, pero, antes lea y firme el contrato.
— Lo firmaré sin leer y confiaré en usted.
Respondió Alejandro emocionado por el cheque.
— Está bien, luego le llevo la copia del contrato.
Contestó sonriente.
«Pero, que imprudente sigue siendo» pensó ella.
Tomó el dinero y se fue. Katerin quedo sola con una sonrisa en el rostro. Todo había resultado como lo había planeado.
— Sabía que vendrías a mí y me pedirías ayuda, pero, no va a hacer fácil para ti ahora la vida, te quiero ver destruido, así como me lo hiciste a mí. Esto lo he estado esperando por mucho tiempo y ahora lo disfrutaré sentada aqui.
Se dijo para sí misma y luego comenzó a reírse como las peculiares villanas de las películas.
Tomo el teléfono.
— Mande, presidenta.
Contestó una jovencita.
— Por favor, Mandy. Prepara una mesa para dos esta noche, y una botella de champagne.
Ordenó animadamente.
— Como ordene.
Respondió alegre.
Finalizó la llamada y salio de la oficina.
Su secretaria se encontraba concentrada en unos documentos, cuando se percató de que ella se encontraba frente a ella, se levantó y la miró.
— Presidenta, ¿Qué desea?
— Coral, por favor cancela todas mis citas y posponlas a otra fecha, después de eso puedes tomarte la tarde libre, nos vemos mañana.
Respondió de buenas.
— De acuerdo, presidenta. Nos vemos mañana, que le vaya bien.
— Gracias.
Se retiró contenta a su casa, tendría una celebración en la noche y debía prepararse.
En su coche, antes de salir del estacionamiento, marcó a un número.
— Cariño, ¿a qué no sabes quien vino a verme?
Comentó con una socarrona sonrisa.
— No me digas que si vino él.
— Sí, vino aquí y no fue capaz de reconocerme, además que cayó fácilmente en mi trampa. Estoy feliz y quiero celebrarlo contigo, cenemos esta noche, ¿qué te parece?
— Está bien, terminó todo y te busco en el lugar de siempre. ¿No?
— Yes, honey.
Contestó con emoción.
— De acuerdo, allá nos vemos.
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