Una conversación a media Luz
A veces lo imposible, lo prohibido es lo que más queremos y necesitamos.
Tal vez me miren y piensen que es una locura pero es la realidad, y esta historia, aunque parezca una mentira, es la demostración de la verdad, la única y dolorosa verdad.
La vela y la llama se amaban profundamente, pero su amor era desde la distancia ya que de tocarse, uno de ellos sufriría eternamente.
La llama bailaba el son de una música que solo se escuchaba en su cabeza, balanceaba sus caderas y tocaba su cintura y movía sus cabellos con una sonrisa en el rostro, y mientras tanto la vela sentada desde su rincón la observaba y grababa en su memoria cada paso de la llama, he imaginaba como sería abrazarla, tocarla.
Pero los deseos de estar juntos fueron más fuertes que la razón y se empezaron a buscar, a acercarse hasta que solo había pocos pasos de distancia.
Con la cercanía la vela comenzó a sentir su cuerpo blando y sudando por los nervios, cada parte de su ser se desvanecía pero no paraba de exigir más y más.
Al encontrarse frente a frente solo tenían minutos para verse tal cual eran, antes que el hermoso rostro de la vela se desvaneciera y la llama se apagara, dejándolos en una eterna oscuridad.
Confesaron sus sentimientos y tocando sus manos unieron sus labios en lo que sería su primer y último beso, mientras que entre uno y otro se repetían en susurros "te quiero".
Tal vez podrían haber estado así por milenios si la naturaleza se lo permitiece.
¡Ayyy, si tan solo los dejaran!...
Pero no fue así; unos instantes después la vela estaba casi derretida por completo y la llama era muy pequeña; se extinguieron de este mundo juntos, abrazados y amándose o quizás, una humana tomaría la pequeña luz que se resistiría y lucharía por permanecer con su Amado y sería trasladada a otra vela, más grande y fuerte, pero nunca como la anterior.
Y la vela daría su último hálito de vida por ella, por su amor, por sus besos, por sus toques, por su calor, daría todo lo que tenía y era por ella, porque ella lo merecía.