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MEMORIAS de un PARAMÉDICO
MEMORIAS DE UN PARAMÉDICO



     En esa dichosa conjunción del tiempo y el destino, arrancamos, corriendo lo más que pudimos. Seis y cincuenta de la tarde, en medio de un embotellamiento y la ambulancia, de ésas de tipo individual, en la que íbamos no avanzó más —Pues cabe aclarar que las hay de cuatro tipos. Y cada una obedece a un modelo ideal que reúne los caracteres esenciales para una determinada emergencia. Siendo las más precisas y las ambulancias UCI Móvil. —Mientras, con ansias espero que el tiempo se detenga.



     —Cumplo con advertir que aquí afuera el panorama se vislumbra bastante terrible, tengo un mar de vehículos que no se mueven. ¿Cómo van allí atrás? Ya son las seis y cincuenta y ocho y no me he movido ni una cuadra. —Expresaba Alex con el ceño fruncido, cual mísero, diminuto y maniatado ser por los reglamentos y el terror. Un simple chofer que intentaba guardar la calma inexistente. No es sólo el chofer vestido de mameluco, que no puede hacer más que lo humanamente posible por adelantar el vehículo que transporta. Listo con el pie frente al acelerador, pero con la angustia dibujada en su rostro por la impaciencia y la resignación de no poderse mover, ni a la derecha ni a la izquierda.



     —¡Mierda, Alex! ¿¡Qué esperas para encender la sirena!? Casi son las siete en punto ¡Ábrete paso, este cristiano se nos muere!.  —Habla Ángel asomando a través de la cortina que comunica con el chofer de la ambulancia. Observando como éste 



      —¡Qué pasa!, ¿qué tanto alboroto Jaime?.  —Comenta Ángel mientras lee todos los posibles medicamentos que posee la Ambulancia en sus gavetas. Intentando hallar en medio del vacío de las sombras, que rechazan los relojes sin ojos para la angustia o labios que pronuncien la verdadera preocupación que lo embarga. Envuelto de estridentes sonidos de autos y sirenas que retumba en sus oídos con el mundo convulsionado a sus pies algo que le permita llevar una esperanza a Pedro.



     —Y eso que a veces no nos consideran los más humanos del mundo debido al poco tiempo del que disponemos, echamos mano de todas nuestras capacidades para salvaguardar la salud de los pacientes. De este modo es como recibimos, a veces, moribundos y los revivimos para contarlo.—Piensa Jaime.



     —Afuera es la mismísima antesala al purgatorio. Pedro Huertas, no contaba con la imbecilidad de sus compañeros al momento de detallar su accidente para que en la central de emergencias pudiera decidirse bien qué tipo de ambulancia enviar, por protocolo. ¿Ahora que hacemos sin un buen equipo Ángel?



      —¡Cállate y ayúdame a contener la hemorragia!, esto se ve feísimo. No llevamos ni diez segundos y éste hombre no deja de sangrar.  —Dice Jaime presa de una ansiedad indescriptible tras entender la situación por la que están atravesando sin todo lo necesario para atender al hombre herido.



     —A veces pierdo bruscamente el control de mí, y puedo observar bien; pero creo que son dos seres de luz, ¿ángeles? ¡No! ¡NoooO! No siento mi cuerpo, ¡He muerto!. Veo dos figuras grisáceas, acercando  extraños objetos mientras se pasean alrededor de la cama. Fue más de lo que podía soportar, mientras uno jala y desarman mi cuerpo en cuestión de segundos, como si estuviesen jugando con un cara de papa. Toman cosas de la habitación, las reemplazan con una materia viscosa y en cuestión de segundos esta cosa... El terror de saberme pieza de experimentación me carcome las entrañas, no sé qué hacer, no puedo moverme, ¡Ni que hacer!, cualquier cosa que decidieran  tiene que ser lo correcto...  El miedo se apodera de mi. Veo mi piel cayendo a pedazos. Mi corazón dejó de latir, la tibieza de mi sangre ya no la siento más. Todo se vuelve borroso. ¡Este es el fin para mi! El fin de la tristeza, del dolor. Y ahora... Sólo queda decir adiós... Antes de entrar al limbo... Y quedarme sin aliento, y que mi cuerpo alimente a los gusanos.....—Pensaba Pedro Huertas en medio de su borrachera y el dolor que le hacía delirar.



     —¡Corta esto!, este hombre trae esa camiseta llena de sangre, mezclada con sudor rancio y polvo de cemento, unido y pegoteado... No me explico cómo es que este hombre ebrio trabajaba allí para luego terminar clavado a ese fierro. 



      —No es que quiera menospreciar a los obreros de construcción civil, ¡Pero hermano! Este Pedrito Huertas es piña con los amigos, mira que sólo recalcar que el hombre había caído, haciendo incapié en ello, ...ha sido un error para que la central de emergencias pudiera decidir bien qué unidad enviar, ¿Qué hacemos? No hay coagulantes aquí para inyectarlo y hacer que resista hasta llegar.



     El ambiente al interior de la ambulancia se respiraba bastante tenso. Ángel se encontraba ahí en el interior parado en medio de la nada, con el resplandor de la ciudad a sus espaldas, ingresando por la ventana y la oscuridad más negra que había visto jamás frente a él, por ambos lados le rodeaban los vehículos que a lo lejos no dejaban de hacer sonar sus clauson. Una centena de vehículos, tal vez;  que lo retaban a salvar a aquel hombre de construcción civil con ese fierro que había atravesado su lado derecho justo bajo las costillas, de extremo a extremo como res de carnicería. Zona tenebrosa para él, por cuanto era la ubicación del hígado. Órgano esencial para la vida, ¿Cómo hacer el milagro sin un equipo necesario, sin medicamentos adecuados? Si cada gota perdida era un acercamiento al fin de una vida. Él pensó que como paramédico nunca viviría una situación como aquella, antes de unirse al grupo de emergencia, según sus palabras: "todos en su momento se enfrentaron a una emergencia". Sin embargo, era una mentira, nunca había tenido que auxiliar a un herido sin nada entre manos, siempre contó con los equipos y medicinas indispensables...



      —¿Qué pasa? ... controla sus signos manualmente. Toma su presión. Y será sin coagulantes, ¡¡saca vendas  y ayuda!!, y deja de quejarte haremos lo que esté en nuestras manos  para contener la hemorragia, limpia la sangre y evalúa, Monitorea sus signos y... ¡Dónde rayos está el estetoscopio? . Debemos pedir que nos esperen listos con el equipo de agentes hemostáticos y un electrocardiográfo, listos para transfusión. ¡Rápido! gritale a Alex para que avise por radio, ¡esto es de vida o muerte...! —Decía atropelladamente Jaime presa de los nervios humedeciendo sus palabras para que no salieran como presa de un suspiro agónico.



     —¡Voy a morir! ...—El pobre Pedro no sabía qué sentir, aunque el partido de fútbol que había estado jugando casi iba con la puntuación dos a cero a favor de su equipo, no se dió cuenta del momento en el que dos compañeros le cerraron el pase, producto de los tragos que llevaba encima, y terminó cayendo del techo de la construcción en la que trabajaban. Hasta hacía un par de horas antes, en las que cedió al chantaje de los amigos y decidió unirse al juego. Sin pensar que el sudor salado que corría perlando su frente y rostro nublara su visión por un breve lapso de segundo. Justo en el preciso momento en el que corría sigzagüeante tras la pelota ...Miles de : <<—iPedro! ...¡Pedro!>> escuchó entre fascinado y  perplejo. A los pocos segundos sentía caerse al vacío. El aire se mezcló con la fascinación de la euforia del momento, con la soledad de sus días después de haber perdido a su mujer. Su único refugio. Su compañera. Con la que compartía secretos, miedos, frustraciones y problemas de su entorno. La caída parecía larga, ...prolongada, ...en ella la sucesión de sus angustias y miedos parecía agaloparse cual peso de los años... Luego fue un dolor intenso que le nublaba el entendimiento, su corazón inició un alocado tamborileo que retumbaba cual vibración hasta su cabeza como un repiqueteo incesante y constante. El frío se empezó a instaurar en sus extremidades. Y algo caliente inicio a emanar de él... Gritos por doquier, ...el miedo, la angustia, el deseo de reunirse con su dulce mujer...



     La señal de emergencia que recibió la clínica; El buen Samaritano, solicitando el transporte de un herido de construcción civil por caída desde un segundo piso. Sólo hizo hincapié en el transporte del herido, más no en la situación en el que éste se encontraba. Producto de la ebriedad de quien realizó la llamada. Como es de esperarse por protocolo sólo enviaron una ambulancia Individual. Las cuales se encuentran en el grupo de ambulancias que sólo son vehículos destinados al transporte de pacientes en camilla y están acondicionadas para el traslado de enfermos que no revisten carácter de urgencia.



     —Jaime la herida de Pedro aumenta el riesgo de infección pues es bastante difícil de limpiar  y además es tan profunda que el fierro que lo atraviesa de extremo a extremo representa un lugar cálido y húmedo para que crezcan las bacterias que entraron con el fierro. La hemorragia que presenta ya ha pasado ha ser crítica, además el umbral del dolor ya alcanzó el pico más alto. Dichoso el hombre que es apenas sensitivo; y más la piedra dura, porque éste ya no siente, y no hay dolor más grande que el espanto seguro de estar mañana muerto. 



     —Espero que Alex pueda conducir diligentemente porque sino este hombre se nos muere, ya llevamos aquí cerca de 5 minutos y el tiempo va sumando en contra, y él ya ha empezado a manifestar fiebre, malestar general , decaimiento, somnolencia... —Jaime estaba desesperado, no sabía qué hacer, porque teniendo al hombre con el fierro atravesado en su hígado ya poco se podía hacer. Su experiencia como médico cirujano se lo advertía, y él ya no quería involucrarse, así que le dijo que lo mejor que podía hacer por él era llamar a la policía y pedir que abrieran el paso.



     —¡Mierda!... Eso no puede ser.  ¡Señal de infección! Que esperas gritale a Alex que mueva esta mugre. ¡Ya! Lo ves por lo menos ya debe haber perdido cerca de un litro de sangre. ¡Unos minutos más y se nos muere o entra a shock!



     —¡Carajo aquí sólo hay diclofenaco y ya le he inyectado una para poder transportarlo con el fierro atravesado, pero eso sólo es paliativo para el dolor. ¡Y la hemorragia!



     —¡Rayos! ...Pásame más vendas estériles. Ayúdame debemos envolver la zona con todo y fierro. —Manifestó Ángel de repente, con una voz grave, violenta y rasgada gritando a Jaime producto del nerviosismo. 



     —Mejor se lo retiramos aprovechando que ya alcanzó un umbral de dolor alto. Y así evitamos que se siga propagando la infección con esa mierda allí dentro. —Decía Jaime con el oscuro y tembloroso pensamiento sometido al abatimiento y el infortunio. 



     —¡No!, estás loco, remover podría ocasionar la ruptura de más vasos sanguíneos y no contamos con nada para contener la hemorragia, y no podemos suturarlo por suturar, debe ser operado de emergencia. Presiona la venda con firmeza con la palma de la mano para controlar el sangrado.  Pero no apliques mucha presión directa sobre la zona del fierro, espero que esto sirva de tapón hasta que el sangrado se detenga un poco. Cosa que no creo.



     —Pásame esa jeringa, intentaré extraerle la sangre derramada al interior para evitar que la infección prosiga expandiéndose.



     —Estás loco, y si haces eso mal y le das directamente a algún órgano blando la cagas más, eso necesita monitoreo. Además con toda la sangre que ha perdido tiene menos oxígeno en su organismo, en breve será necesario entubarlo, debemos llegar  —Comentaba angustiado 



    —Escuchen allá atrás y dejen la paranoia, la policía de caminos ya llegó y empezó a liberar el tráfico adelante, ¿cómo va Pedrito?



     —No jodas Alex, dedicate a lo tuyo, y no nos distraigas, este hombre está a punto de entrar en shock, ¡Grítales por el altavoz que se aparten todos esos malnacidos! que no te dejan avanzar, si puedes ponle turbo a esto, sólo tenemos cuestión de segundos aproximados antes que este hombre se nos muera.



     —Termina de desnudarlo, con esto no ingresara a la sala de emergencias, toma tu corta ese extremo, que yo corto este otro. En esa gaveta hay un par de batas que sea rápido. Esterilizar su cuerpo ahora es urgente. Revisa bien si no hay más lesiones importantes en el resto de su cuerpo —Comentaban los paramédicos retirándole a pedazos la tela ensangrentada y polvosa de cemento y sudor que traía encima Pedro.



     Así como nuestros políticos tienen la habilidad de desaparecer, desviar y justificar fondos imposibles del erario público, los paramédicos hacemos lo propio, pero a la inversa. Podrán las instalaciones de las Ambulancias ser del año del caldo, podrán estarse descarapelando las gavetas de su interior y podrán no haber batas suficientes para vestir a los enfermos, pero los paramédicos hacemos maravillas con lo que tenemos y estiramos los recursos de una forma increíble. A pesar de las absurdas situaciones de pacientes. Nuestros expedientes son minuciosos y detallados. Y eso que a veces no nos consideran los más humanos del mundo debido al poco tiempo del que disponemos, echamos mano de todas nuestras capacidades para salvaguardar la salud de los pacientes. De este modo es como recibimos, a veces, moribundos y los revivimos para contarlo.

Esperanza Renjifo

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