PRIMORDIAL
Luego de elevarse el círculo incandescente tras los empinados montes que descollaban más allá de un denso cordón vegetal, el pletórico trinar de las aves interrumpió el sueño Mineh, la lobezna amiga de Pak, quien tras desperezarse y sacudirse del pelaje el relente acumulado durante la noche, se encaminó en un gracioso trote a lamer los dedos sucios de su amo, el cual todavía dormitaba recostado de panza con la mano derecha afuera de sus cobertores de piel de cordero.
De no ser por una abultada peña, que sobresalía casi al centro de una planicie de achaparrada vegetación en donde la tormenta de la noche anterior los había agarrado, Pak y Mineh habrían despertado en un lodazal y al menos con un par de centímetros de agua cubriendoles el cuerpo. Para su suerte el lugar donde se encontraron con el chubascón era tan amplio que les permitió divisar los nubarrones que se acercaban a lo lejos, lo cual le dio a Pak el tiempo suficiente como para erigir sobre la peña un improvisado refugio con palos y hojas que encontraron en derredor arracimados con las pieles de animales que el prehistórico hombre llevaba consigo cuando exploraba zonas alejadas de su tribu.
Despertó el hombre al sentir la humeda y rasposa lengua de Mineh saboreando sus dedos cuando un gruñido en los intestinos le hizo expulsar una hedionda flatulencia que hizo que la loba cesara de inmediato de lamerle y saliera fuera de la tienda mientras se tapaba el hocico con una pata intentando tapar el olor.
Para esas horas la mayor parte del agua que había caído del cielo ya se había infiltrado por el suelo, dejando algunos charcos cenagosos sobre la extendida planicie. El cielo escampado hacía que los charcos parecieran estrellas tintineantes.
Pak procedió a desmontar la tienda y envolver denuevo las pieles para cargarlas a su espalda y emprender el viaje de regreso a casa. Mineh refrescaba la lengua en los charcos mientras su amo emprendía la marcha de regreso, el hombre se detuvo antes de ingresar al espeso bosque y lanzó un silbido que hizo que las orejas de la loba se levantaran y sus patas corrieran hacia él.
A mitad del camino homo y lupus se detuvieron para buscar algo que comer. Pak recogió algunas frutas y bayas, y luego con ayuda de Mineh lograron atrapar unas ardillas tendiéndoles una trampa actuando en perfecta coordinación. Quien los viera en acción pensaría que un mismo cerebro los controlaba a ambos por igual.
La mañana transcurrió sin mayor aspaviento que una víbora que, escondida entre unos arbustos, casi logra clavarle los colmillos a la pata de la loba, pero gracias a los agudos reflejos de Pak (y una especie de tomahawk que el cavernícola siempre llevaba en la mano) la cabeza del reptil terminó desprendida del cuerpo salvando a su amiga peluda de morir envenenada. Ambos se cuidaban las espaldas doquiera que iban.
Al retomar la marcha y a eso de un par de kilómetros antes de llegar a su hogar Mineh aguzó los sentidos y levantó la cabeza extrañada. Pak reconoció el gesto de confusión de su fiel compañera lo que le hizo levantar la guardia y ponerse de cuclillas con la especie de tomahawk asido fuertemente entre sus manos. Mineh elevó el hocico y empezó a olfatear la zona, sus orejas se movían de un lado al otro como si tratase de descubrir de dónde provenía algún ruido infrasónico a los oídos de Pak. El hombre caminó de cuclillas hasta dar con la espalda a un robusto árbol sin quitarle la mirada a Mineh quien con poca sorna iba de un lado a otro del camino olfateando el aire, con la cola tiesa y las orejas girando de un lado a otro cual cabeza de suricato.
El círculo incandescente había empezado a descender de su cenit hacia el poniente hace tiempo, haciendo que el bosque comenzara a tornarse de un naranja presagioso y los cucos y batracios comenzaban a entonar sus lúgubres melodías. De pronto Mineh pareció haber dado con el sonido u olor de su interés y a manera de acecho se lanzó en una carrera saliéndose del camino que conducía a su hogar hasta desaparecer de la vista de Pak; lo cual sorprendió al hombre, ya que de presentarseles una amenaza esta solía permanecer al lado de él. Los aullidos de la loba le indicaban por dónde debía de seguirle el rastro. Rápidamente se colocó el arma que tenía entre las manos en su cinto, y de sus alforjas sacó una primitiva honda fabricada con cuero de conejo, tomó una piedra del suelo y con la rapidez que le permitía su atadijo de pieles sobre la espalda corrió en dirección de los aullidos.
Mineh cambiaba de dirección con abrupta velocidad y a Pak le costaba seguir sus aullidos hasta que estos se detuvieron y cambiaron en furiosos gruñidos. Pak pudo encontrar a Mineh en posición de ataque gruñéndole agresivamente a un frondoso árbol entre cuyas ramas se encontraba aquello que había captado su atención.
Pak agarró la piedra que había recogido y cargó la honda con ella, con la otra mano sacó la especie de tomahawk y la sostuvo tensamente.
Algo se movió entre las ramas pero la oscuridad empezaba a desplazar la luz del día y a Pak se le dificultaba ver lo que había entre ellas. Curiosamente en esa zona no se escuchaban los cantos de los animales nocturnos, solo se escuchaba el rozar de las ramas del árbol y el furioso gruñido de Mineh. Pak entrecerró los ojos y pudo ver cómo unas delgadas cuerdas rojizas que parecían finos tentáculos brincaron del árbol al que le gruñía Mineh hacia otro, dejando caer el cuerpo de un par de chotacabras que habían decidido posarse en ese árbol para encontrar su desgraciado final; los cuerpos parecían haber sido succionados quedando sólo la piel, huesos y plumas sin ningún otro órgano dentro. Ambos animales tenían un agujero en el cráneo.
Mineh volvió a seguir el rastro de aquel ser que parecía estar formado por hebras de un tejido rojo y que saltaba por los árboles de copa en copa. Pak nunca se había topado con un ninguna cosa semejante que no tuviera la anatomía de ninguna criatura conocida hasta el momento que hubiese pisado tierra. El hombre siguió a la loba meneando la honda listo para lanzar la piedra en el momento que viera a la criatura.
La cosa se detuvo en otro árbol del cual cayó el cuerpo de un búho en la misma condición que los desdichados chotacabras, con el cuerpo esquelético, sin órganos y un agujero en el cráneo. Entonces los gruñidos de Mineh se volvieron más coléricos y ahí Pak lo vió.
Un bulboso y amarillento ojo con la pupila negra y dilatada, más parecido al ojo de un pez que al de otro animal, apareció entre los hilos de tejidos sin forma que a manera de finos tentáculos se sujetaban de varias ramas del árbol. Los rojizos apéndices reptaban de rama en rama dándole a la criatura una forma de telaraña, pero no se le veía cabeza o cuerpo alguno.
Pak se paralizó por unos segundos, no por miedo del informe ser, sino por no saber a qué punto de ese baboso cuerpo apuntar y lanzar la roca. Mineh rasguñaba la corteza del árbol intentando fútilmente alcanzar a la criatura, pero esta al percatarse del animal reptó por el tronco en su dirección. Pak, al notar que su amiga sería la siguiente víctima de la criatura hondeó la piedra en un intento por golpear o desviar al extraño ser, el cual abrió sus finas hebras de tentáculos logrando esquivar el proyectil y continuó reptando por el tronco hacia la loba que gruñía y aullaba con ferocidad. Pak volvió a tomar varias piedras e intentó lastimar a la criatura sin ningún éxito. Cada que una piedra iba a estrellarse contra esos hilos rojos con textura de tentáculos y carne viva estos se abrían haciendo que la piedra chocara con el tronco del árbol.
El amarillento y membranoso ojo volvió a brotar de entre la enredadera roja y unos de sus tentáculos aprisionaron una pata de Mineh haciendo que esta reaccionara e intentara liberarse a mordiscos pero la criatura no parecía inmutarse ante los colmillos clavados en sus hebras. En ese momento brotó de la criatura un segundo ojo y de entre los dos globos oculares surgió una anormalmente larga probóscide que intentó clavarse en el craneo de Mineh, pero la especie de tomahawk que Pak le lanzó se lo impidió, desviando la probóscide y haciendo que se clavara en la pata a la loba, quien profirió un horrísono aullido de dolor. Poco a poco la densidad de la musculatura de la pata de Mine fue disminuyendo al ritmo de un grotesco sonido de succión proveniente de la criatura.
Pak rápidamente ató los cabos en su primordial pero perspicaz mente. Los agujeros en los cráneos de las aves muertas que vieron caer de los árboles hace poco fueron abiertos por la fuerza con la que se les clavó la insectil boca de la criatura para alimentarse de sus órganos y el cadavérico estado de sus cuerpos era el resultado de la succión que era el medio por la cual el críptido insecto se alimentaba.
Sin pensarlo dos veces Pak cortó la desproporcionada pobóscide con su especie de tomahawk, que había vuelto a coger, no sin antes luchar contra las hebras carnosas y babosas del monstruo, que se enredaron en sus extremidades intentando que el hombre no completara su objetivo. Pero su amiga corría peligro y viendo que su pata se volvía más piel y hueso que otra cosa retomó fuerzas, y logró soltarse y mutilar la boca de la criatura.
Un líquido verdoso a la luz de la luna, que ya iba reclamando su espacio en el cielo, salpicó por todos lados y un chillido como el de un cerdo, pero más agudo, taladró los oídos de Pak. La loba lloraba y la criatura volvió a subir rápidamente por el árbol del que había bajado para luego perderse en dirección del camino que llevaba hacia la tribu del cavernícola.
El lánguido estado en que se encontraba la loba sugería que el ataque la había dejado sin fuerzas, tal vez por la pérdida de sangre y destrucción de tejidos.
Pak retiró el pedazo de boca del insecto que seguía clavada en la pata de Mineh y ayudó a su amiga con unas hojas a modo de vendaje. La loba lloraba por el dolor y se relamía los vendajes de la herida, intentó caminar un par de veces sin éxito, se encontraba muy débil.
Luego de asistir a su amiga amiga Pak cargó con sus cosas y con la loba y volvió a dirigirse en dirección de su tribu. Debía advertirles que una criatura extraña rondaba los alrededores y que debían buscar la manera de defenderse. Juntos podrían incluso idear un plan para capturar y deshacerse del monstruo chupa órganos.
En el camino se toparon con un arroyuelo, el cual aprovecharon para aplacar la sed. El croar de las ranas y el ulular de las aves nocturnas eran indicador que aquel era un lugar seguro. Estaban a menos de un kilómetro de su hogar pero Pak decidió descansar, cargar con el peso extra de Mineh le consumía más energía de la que los alimentos del día le podían proveer. Amo y mascota se recostaron sobre la hierba y descansaron bajo el cielo estrellado.
A los pocos minutos de haberse quedado dormido el sueño de Pak se vio interrumpido por los gruñidos de Mineh. Todo a su alrededor era silencio y esto ya sabía que no era buen presagio. La criatura parte molusco, parte insecto, parte algo que el entendimiento de Pak no le permitía descifrar estaba cerca, pero esto era solo media verdad.
De sus flancos surgieron dos criaturas de la misma especie a la que se habían enfrentado antes y frente a ellos entrelazada en las ramas de un árbol aquella que los atacó previamente, tenía los dos ojos bien abiertos como cargados de una cólera inhumana y un tercio de lo que era su probóscide le colgaba entre ambos chorreando una sustancia viscosa y verdosa a la luz de la luna. Los bichejos se empezaron a acercar y rodear lentamente a Pak y Mineh hasta que el bicho frente a ellos se abalanzó sobre la loba abriendo sus hebras carnosas cual si fuera una red de pescar, pero esta logró esquivarlo. En ese instante Pak agarró su especie de tomahawk y empezó a blandirlo en el aire intentando espantar a las criaturas quienes al superarle en número lograron neutralizar sus movimientos atándole las extremidades con sus hebras. Pero Mineh haciendo fuerzas de flaqueza logró esquivar a la criatura que se le abalanzó, y logró sujetar las hebras carnosas con un fuerte mordisco. La loba herida y la criatura mutilada se entrelazaron en una feroz batalla a la luz de las estrellas. Mineh logró rasguñarle uno de los ojos y la criatura se enredó en una de sus patas delanteras volviéndola a herir, pero la loba no se daría por vencida; sus poderosas mandíbulas lograron despedazar a la criatura.
Pak alentaba con vítores protolinguísticos a su lobezna amiga quien con una mirada furiosa se abalanzó sobre una de las otras dos criaturas que lo sujetaban, para intentar liberarlo, pero solo logró que la criatura soltara un brazo de su amo, lo que le dió a este la movilidad suficiente para golpear a la otra criatura con su tomahawk.
Ahora la pelea se igualaba a dos a dos, pero de entre unos arbustos unas hebras o tentáculos más gruesos que los de las criaturas con quienes peleaban surgieron para enredarse en las patas traseras de Mineh y las piernas de Pak y lanzarlos por el aire.
Una deformidad de mayor tamaño que la otras se alzó frente a ellos.
La nueva criatura era como cuatro veces más grande que las anteriores y sus tentáculos rodeaban toda la explanada donde se encontraban. Mineh se plantó frente a su amo para protegerlo pero esta fue enviada por los aires por una de las enormes hebras carnosas. Las otras dos criaturas se abalanzaron sobre la loba herida y Pak bajó la cabeza aceptando su inminente final. Unos protuberantes, amarillentos y membranosos ojos se posaron frente a él dejando ver entremedio de ellos una monstruosa probóscide que fácilmente podría perforar el cráneo a tres hombres robustos de su tribu al mismo tiempo.
Pak soltó una lágrima de impotencia y luego giró la cabeza hacia Mineh que estaba por ser alcanzada por las otras dos criaturas. Cerró los ojos y...
Un fuerte sonido como de algo afilado perforando víceras le hizo volverlos a abrir.
Una lanza de metro y medio yacía clavada entre los enormes ojos de la criatura quien comenzó a menear sus tentáculos desdesperadamente y a emitir un chillido grotesco que ningún órgano vocal de este mundo podría emular. Entonces una segunda lanza se clavó en uno de sus ojos haciendo que todas las hebras que rodeaban la explanada se retorcieran en agonía.
Dos flechas más se deshicieron de las criaturas que se abalanzaron sobre Mineh y un cohorte de cavernícolas apareció bramando entre los árboles lanzando más flechas y lanzas. Era la tribu de Pak, quien sonrió aliviado de que la pesadilla estaba por terminar.
El monstruo más grande logró escabullirse en la espesura del oscuro bosque pero las otras dos criaturas encontraron su fin a manos de la tribu de Pak, quienes luego de asegurarse que no emitían ninguna señal de vida procedieron a quemar sus cuerpos.
Al llegar a su hogar junto a su tribu Pak se encontró con que allí también se había librado una batalla con algunas de esas odiosas criaturas. Sus hebras podridas adornaban los espacios entre los bohíos y los miembros de la tribu acomodaban los cuerpos de sus compañeros caídos quienes presentaban el mismo aspecto que las aves que vieron en el bosque. Un cavernícola tomó a Mineh, que venía dormida en los brazos de Pak, para llevarla a que le hicieran las curaciones.
Desde entonces él y sus compañeros acordaron no volver a salir a cazar en solitario, pues qué otro tipo de terrores monstruosos y desconocidos morarían los oscuros y desconocidos rincones de este mundo. Y esta vez estarían más unidos, más preparados y más sabios.
© J.Lu Anthanatos
De no ser por una abultada peña, que sobresalía casi al centro de una planicie de achaparrada vegetación en donde la tormenta de la noche anterior los había agarrado, Pak y Mineh habrían despertado en un lodazal y al menos con un par de centímetros de agua cubriendoles el cuerpo. Para su suerte el lugar donde se encontraron con el chubascón era tan amplio que les permitió divisar los nubarrones que se acercaban a lo lejos, lo cual le dio a Pak el tiempo suficiente como para erigir sobre la peña un improvisado refugio con palos y hojas que encontraron en derredor arracimados con las pieles de animales que el prehistórico hombre llevaba consigo cuando exploraba zonas alejadas de su tribu.
Despertó el hombre al sentir la humeda y rasposa lengua de Mineh saboreando sus dedos cuando un gruñido en los intestinos le hizo expulsar una hedionda flatulencia que hizo que la loba cesara de inmediato de lamerle y saliera fuera de la tienda mientras se tapaba el hocico con una pata intentando tapar el olor.
Para esas horas la mayor parte del agua que había caído del cielo ya se había infiltrado por el suelo, dejando algunos charcos cenagosos sobre la extendida planicie. El cielo escampado hacía que los charcos parecieran estrellas tintineantes.
Pak procedió a desmontar la tienda y envolver denuevo las pieles para cargarlas a su espalda y emprender el viaje de regreso a casa. Mineh refrescaba la lengua en los charcos mientras su amo emprendía la marcha de regreso, el hombre se detuvo antes de ingresar al espeso bosque y lanzó un silbido que hizo que las orejas de la loba se levantaran y sus patas corrieran hacia él.
A mitad del camino homo y lupus se detuvieron para buscar algo que comer. Pak recogió algunas frutas y bayas, y luego con ayuda de Mineh lograron atrapar unas ardillas tendiéndoles una trampa actuando en perfecta coordinación. Quien los viera en acción pensaría que un mismo cerebro los controlaba a ambos por igual.
La mañana transcurrió sin mayor aspaviento que una víbora que, escondida entre unos arbustos, casi logra clavarle los colmillos a la pata de la loba, pero gracias a los agudos reflejos de Pak (y una especie de tomahawk que el cavernícola siempre llevaba en la mano) la cabeza del reptil terminó desprendida del cuerpo salvando a su amiga peluda de morir envenenada. Ambos se cuidaban las espaldas doquiera que iban.
Al retomar la marcha y a eso de un par de kilómetros antes de llegar a su hogar Mineh aguzó los sentidos y levantó la cabeza extrañada. Pak reconoció el gesto de confusión de su fiel compañera lo que le hizo levantar la guardia y ponerse de cuclillas con la especie de tomahawk asido fuertemente entre sus manos. Mineh elevó el hocico y empezó a olfatear la zona, sus orejas se movían de un lado al otro como si tratase de descubrir de dónde provenía algún ruido infrasónico a los oídos de Pak. El hombre caminó de cuclillas hasta dar con la espalda a un robusto árbol sin quitarle la mirada a Mineh quien con poca sorna iba de un lado a otro del camino olfateando el aire, con la cola tiesa y las orejas girando de un lado a otro cual cabeza de suricato.
El círculo incandescente había empezado a descender de su cenit hacia el poniente hace tiempo, haciendo que el bosque comenzara a tornarse de un naranja presagioso y los cucos y batracios comenzaban a entonar sus lúgubres melodías. De pronto Mineh pareció haber dado con el sonido u olor de su interés y a manera de acecho se lanzó en una carrera saliéndose del camino que conducía a su hogar hasta desaparecer de la vista de Pak; lo cual sorprendió al hombre, ya que de presentarseles una amenaza esta solía permanecer al lado de él. Los aullidos de la loba le indicaban por dónde debía de seguirle el rastro. Rápidamente se colocó el arma que tenía entre las manos en su cinto, y de sus alforjas sacó una primitiva honda fabricada con cuero de conejo, tomó una piedra del suelo y con la rapidez que le permitía su atadijo de pieles sobre la espalda corrió en dirección de los aullidos.
Mineh cambiaba de dirección con abrupta velocidad y a Pak le costaba seguir sus aullidos hasta que estos se detuvieron y cambiaron en furiosos gruñidos. Pak pudo encontrar a Mineh en posición de ataque gruñéndole agresivamente a un frondoso árbol entre cuyas ramas se encontraba aquello que había captado su atención.
Pak agarró la piedra que había recogido y cargó la honda con ella, con la otra mano sacó la especie de tomahawk y la sostuvo tensamente.
Algo se movió entre las ramas pero la oscuridad empezaba a desplazar la luz del día y a Pak se le dificultaba ver lo que había entre ellas. Curiosamente en esa zona no se escuchaban los cantos de los animales nocturnos, solo se escuchaba el rozar de las ramas del árbol y el furioso gruñido de Mineh. Pak entrecerró los ojos y pudo ver cómo unas delgadas cuerdas rojizas que parecían finos tentáculos brincaron del árbol al que le gruñía Mineh hacia otro, dejando caer el cuerpo de un par de chotacabras que habían decidido posarse en ese árbol para encontrar su desgraciado final; los cuerpos parecían haber sido succionados quedando sólo la piel, huesos y plumas sin ningún otro órgano dentro. Ambos animales tenían un agujero en el cráneo.
Mineh volvió a seguir el rastro de aquel ser que parecía estar formado por hebras de un tejido rojo y que saltaba por los árboles de copa en copa. Pak nunca se había topado con un ninguna cosa semejante que no tuviera la anatomía de ninguna criatura conocida hasta el momento que hubiese pisado tierra. El hombre siguió a la loba meneando la honda listo para lanzar la piedra en el momento que viera a la criatura.
La cosa se detuvo en otro árbol del cual cayó el cuerpo de un búho en la misma condición que los desdichados chotacabras, con el cuerpo esquelético, sin órganos y un agujero en el cráneo. Entonces los gruñidos de Mineh se volvieron más coléricos y ahí Pak lo vió.
Un bulboso y amarillento ojo con la pupila negra y dilatada, más parecido al ojo de un pez que al de otro animal, apareció entre los hilos de tejidos sin forma que a manera de finos tentáculos se sujetaban de varias ramas del árbol. Los rojizos apéndices reptaban de rama en rama dándole a la criatura una forma de telaraña, pero no se le veía cabeza o cuerpo alguno.
Pak se paralizó por unos segundos, no por miedo del informe ser, sino por no saber a qué punto de ese baboso cuerpo apuntar y lanzar la roca. Mineh rasguñaba la corteza del árbol intentando fútilmente alcanzar a la criatura, pero esta al percatarse del animal reptó por el tronco en su dirección. Pak, al notar que su amiga sería la siguiente víctima de la criatura hondeó la piedra en un intento por golpear o desviar al extraño ser, el cual abrió sus finas hebras de tentáculos logrando esquivar el proyectil y continuó reptando por el tronco hacia la loba que gruñía y aullaba con ferocidad. Pak volvió a tomar varias piedras e intentó lastimar a la criatura sin ningún éxito. Cada que una piedra iba a estrellarse contra esos hilos rojos con textura de tentáculos y carne viva estos se abrían haciendo que la piedra chocara con el tronco del árbol.
El amarillento y membranoso ojo volvió a brotar de entre la enredadera roja y unos de sus tentáculos aprisionaron una pata de Mineh haciendo que esta reaccionara e intentara liberarse a mordiscos pero la criatura no parecía inmutarse ante los colmillos clavados en sus hebras. En ese momento brotó de la criatura un segundo ojo y de entre los dos globos oculares surgió una anormalmente larga probóscide que intentó clavarse en el craneo de Mineh, pero la especie de tomahawk que Pak le lanzó se lo impidió, desviando la probóscide y haciendo que se clavara en la pata a la loba, quien profirió un horrísono aullido de dolor. Poco a poco la densidad de la musculatura de la pata de Mine fue disminuyendo al ritmo de un grotesco sonido de succión proveniente de la criatura.
Pak rápidamente ató los cabos en su primordial pero perspicaz mente. Los agujeros en los cráneos de las aves muertas que vieron caer de los árboles hace poco fueron abiertos por la fuerza con la que se les clavó la insectil boca de la criatura para alimentarse de sus órganos y el cadavérico estado de sus cuerpos era el resultado de la succión que era el medio por la cual el críptido insecto se alimentaba.
Sin pensarlo dos veces Pak cortó la desproporcionada pobóscide con su especie de tomahawk, que había vuelto a coger, no sin antes luchar contra las hebras carnosas y babosas del monstruo, que se enredaron en sus extremidades intentando que el hombre no completara su objetivo. Pero su amiga corría peligro y viendo que su pata se volvía más piel y hueso que otra cosa retomó fuerzas, y logró soltarse y mutilar la boca de la criatura.
Un líquido verdoso a la luz de la luna, que ya iba reclamando su espacio en el cielo, salpicó por todos lados y un chillido como el de un cerdo, pero más agudo, taladró los oídos de Pak. La loba lloraba y la criatura volvió a subir rápidamente por el árbol del que había bajado para luego perderse en dirección del camino que llevaba hacia la tribu del cavernícola.
El lánguido estado en que se encontraba la loba sugería que el ataque la había dejado sin fuerzas, tal vez por la pérdida de sangre y destrucción de tejidos.
Pak retiró el pedazo de boca del insecto que seguía clavada en la pata de Mineh y ayudó a su amiga con unas hojas a modo de vendaje. La loba lloraba por el dolor y se relamía los vendajes de la herida, intentó caminar un par de veces sin éxito, se encontraba muy débil.
Luego de asistir a su amiga amiga Pak cargó con sus cosas y con la loba y volvió a dirigirse en dirección de su tribu. Debía advertirles que una criatura extraña rondaba los alrededores y que debían buscar la manera de defenderse. Juntos podrían incluso idear un plan para capturar y deshacerse del monstruo chupa órganos.
En el camino se toparon con un arroyuelo, el cual aprovecharon para aplacar la sed. El croar de las ranas y el ulular de las aves nocturnas eran indicador que aquel era un lugar seguro. Estaban a menos de un kilómetro de su hogar pero Pak decidió descansar, cargar con el peso extra de Mineh le consumía más energía de la que los alimentos del día le podían proveer. Amo y mascota se recostaron sobre la hierba y descansaron bajo el cielo estrellado.
A los pocos minutos de haberse quedado dormido el sueño de Pak se vio interrumpido por los gruñidos de Mineh. Todo a su alrededor era silencio y esto ya sabía que no era buen presagio. La criatura parte molusco, parte insecto, parte algo que el entendimiento de Pak no le permitía descifrar estaba cerca, pero esto era solo media verdad.
De sus flancos surgieron dos criaturas de la misma especie a la que se habían enfrentado antes y frente a ellos entrelazada en las ramas de un árbol aquella que los atacó previamente, tenía los dos ojos bien abiertos como cargados de una cólera inhumana y un tercio de lo que era su probóscide le colgaba entre ambos chorreando una sustancia viscosa y verdosa a la luz de la luna. Los bichejos se empezaron a acercar y rodear lentamente a Pak y Mineh hasta que el bicho frente a ellos se abalanzó sobre la loba abriendo sus hebras carnosas cual si fuera una red de pescar, pero esta logró esquivarlo. En ese instante Pak agarró su especie de tomahawk y empezó a blandirlo en el aire intentando espantar a las criaturas quienes al superarle en número lograron neutralizar sus movimientos atándole las extremidades con sus hebras. Pero Mineh haciendo fuerzas de flaqueza logró esquivar a la criatura que se le abalanzó, y logró sujetar las hebras carnosas con un fuerte mordisco. La loba herida y la criatura mutilada se entrelazaron en una feroz batalla a la luz de las estrellas. Mineh logró rasguñarle uno de los ojos y la criatura se enredó en una de sus patas delanteras volviéndola a herir, pero la loba no se daría por vencida; sus poderosas mandíbulas lograron despedazar a la criatura.
Pak alentaba con vítores protolinguísticos a su lobezna amiga quien con una mirada furiosa se abalanzó sobre una de las otras dos criaturas que lo sujetaban, para intentar liberarlo, pero solo logró que la criatura soltara un brazo de su amo, lo que le dió a este la movilidad suficiente para golpear a la otra criatura con su tomahawk.
Ahora la pelea se igualaba a dos a dos, pero de entre unos arbustos unas hebras o tentáculos más gruesos que los de las criaturas con quienes peleaban surgieron para enredarse en las patas traseras de Mineh y las piernas de Pak y lanzarlos por el aire.
Una deformidad de mayor tamaño que la otras se alzó frente a ellos.
La nueva criatura era como cuatro veces más grande que las anteriores y sus tentáculos rodeaban toda la explanada donde se encontraban. Mineh se plantó frente a su amo para protegerlo pero esta fue enviada por los aires por una de las enormes hebras carnosas. Las otras dos criaturas se abalanzaron sobre la loba herida y Pak bajó la cabeza aceptando su inminente final. Unos protuberantes, amarillentos y membranosos ojos se posaron frente a él dejando ver entremedio de ellos una monstruosa probóscide que fácilmente podría perforar el cráneo a tres hombres robustos de su tribu al mismo tiempo.
Pak soltó una lágrima de impotencia y luego giró la cabeza hacia Mineh que estaba por ser alcanzada por las otras dos criaturas. Cerró los ojos y...
Un fuerte sonido como de algo afilado perforando víceras le hizo volverlos a abrir.
Una lanza de metro y medio yacía clavada entre los enormes ojos de la criatura quien comenzó a menear sus tentáculos desdesperadamente y a emitir un chillido grotesco que ningún órgano vocal de este mundo podría emular. Entonces una segunda lanza se clavó en uno de sus ojos haciendo que todas las hebras que rodeaban la explanada se retorcieran en agonía.
Dos flechas más se deshicieron de las criaturas que se abalanzaron sobre Mineh y un cohorte de cavernícolas apareció bramando entre los árboles lanzando más flechas y lanzas. Era la tribu de Pak, quien sonrió aliviado de que la pesadilla estaba por terminar.
El monstruo más grande logró escabullirse en la espesura del oscuro bosque pero las otras dos criaturas encontraron su fin a manos de la tribu de Pak, quienes luego de asegurarse que no emitían ninguna señal de vida procedieron a quemar sus cuerpos.
Al llegar a su hogar junto a su tribu Pak se encontró con que allí también se había librado una batalla con algunas de esas odiosas criaturas. Sus hebras podridas adornaban los espacios entre los bohíos y los miembros de la tribu acomodaban los cuerpos de sus compañeros caídos quienes presentaban el mismo aspecto que las aves que vieron en el bosque. Un cavernícola tomó a Mineh, que venía dormida en los brazos de Pak, para llevarla a que le hicieran las curaciones.
Desde entonces él y sus compañeros acordaron no volver a salir a cazar en solitario, pues qué otro tipo de terrores monstruosos y desconocidos morarían los oscuros y desconocidos rincones de este mundo. Y esta vez estarían más unidos, más preparados y más sabios.
© J.Lu Anthanatos