Destino
El comienzo fue perfecto. Conocía de ella solo por referencias lejanas. Algún día –en una llamada que no era para mí- había escuchado su voz en el teléfono. La primera vez que la vi en persona no saque ninguna conclusión, acaso esa debio ser la primera campana de alarma?, pero yo le di otro nombre: indiferencia. Cuando por fin, una noche nos encontramos para cenar, sentí que el tiempo y la charla transcurrían livianos, casi intrascendentes, como una hoja que se mece sobre las aguas. Tampoco hice caso a esa segunda advertencia, ni de la tercera,
cuando en la despedida intente besarla, los labios de ella permanecieron inertes. Salí presuroso, me dirigí a la calle y caminé esperando que la lluvia enfriara mis pensamientos. En el cielo una luna de madrugada, que era de esas que miran con cara de idiota mientras los cuerpos están en bajante, como las mareas, solo me hacía pensar y pensar y uno recuerda
todo lo que no hizo con amigos que ya no están o sueña lo que hará con personas a quienes no conoce. No pensaba en aquel beso.
Transcurrieron varias semanas y casi un verano antes de que volviera a verla y no fue por iniciativa de ninguno de los dos,...
cuando en la despedida intente besarla, los labios de ella permanecieron inertes. Salí presuroso, me dirigí a la calle y caminé esperando que la lluvia enfriara mis pensamientos. En el cielo una luna de madrugada, que era de esas que miran con cara de idiota mientras los cuerpos están en bajante, como las mareas, solo me hacía pensar y pensar y uno recuerda
todo lo que no hizo con amigos que ya no están o sueña lo que hará con personas a quienes no conoce. No pensaba en aquel beso.
Transcurrieron varias semanas y casi un verano antes de que volviera a verla y no fue por iniciativa de ninguno de los dos,...