Un Despojo de lo nuestro, un sin fin de historias, narradas en estas manos, esas venas donde circula la sangre de la vida, que guarda tantos recuerdos, cuando sus ojos veo, su mirada es distante.

Me sigo preguntando, cómo ella llegó a tanta amargura o por qué su mirada siempre se mantiene triste, quizás perdió su alegría, se la arrebato algún invierno, pero aún así en la primavera florece, brilla con todas sus fuerzas el sol, que alumbran su oscuridad.

No importa cuánto tiempo le tome, ella regresa en el invierno, se sacude el cabello y cae sobre sus hombros todo el peso del mundo, acostumbrada a cargar como burro de carga, vuelve a sonreír frente al espejo, preguntándole al tiempo, ¿por qué el mundo sigue viéndome como una esclava?

A la que obligan a sonreír aunque por dentro esté marchitada, ha vivido con ese miedo de ser secuestrada y horrizarse de verse descuartizada, mientras el mundo como ave carroñera la destaza y se la traga a pedazos.

Así es la historia, esa la que nunca cuentan, nos viven engañando con sus ridículos cuentos de hadas, mientras nos hacen añicos la inocencia, siendo niña se acostumbro a obedecer, a callar, a servir, la despojaron de su voluntad y le arrebataron la autonomía, ella no eligió su género, se lo han impuesto desde el vientre de su madre, que entre trabajo y parto, le dio vida a ese mar de desencanto.

No la culpo, ha sido víctima de su propia época, ahora desde este presente amargo, la veo desde mis ojos color violeta y pienso: no hay peor injusticia, que deshumanizar lo humano, para justificar la hipocresía de esta maldita sociedad.

© Bohemia Tijax