...

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¡Basta!


Para Amy sólo existía la opción de ser ella misma, de recordarle al mundo que la verdadera esencia emerge cuando cobramos valor y con fuerzas comenzamos a quitarnos las capas de pintura falsa y descolorida que hemos acumulado durante años.

Así pues, aunque agradecía profundamente los regalos, sabía que ninguno de esos outfit le mostraría al público su corazón. Por eso, hizo lo impensable. Ante la mirada de consternación de las estilistas, cortó su larga melena y les pidió tinturarla de negro intenso. Miró a su amiga y no hicieron falta las palabras, ella entendió.

Entendió que no estaba preparando a una estrella, no daba brillo a una muñeca de porcelana que buscando la admiración de todos se afanaba por lucir increíble. ¡No! En esta ocasión, trabajaba pensando en el comienzo del resto de la vida de una mujer que le había enseñado que los después, esos son...