En el rincón de los sueños, donde el sol abraza la imaginación, florecen personitas con luz. Son chispas divinas, destellos de esperanza que danzan en la penumbra de la vida. Sus ojos son luceros que iluminan los senderos oscuros, guiando a aquellos perdidos en la noche de sus propios miedos.

Cada sonrisa que regalan es un rayo de sol que acaricia el alma. Sus risas, melodías celestiales, resuenan como cánticos de amor en el silencio del universo. Son pequeños soles en el firmamento de nuestras existencias, espejos que reflejan la pureza de un corazón sin sombras.

En el lienzo de la realidad, estas personitas con luz pintan puestas de sol doradas con pinceles de inocencia. Sus manos, pequeñas y poderosas, tejen la magia en cada gesto, transformando lo ordinario en extraordinario. Sus abrazos, abrazaderas cósmicas, nos conectan con la eternidad del amor puro e incondicional.

Caminan descalzos sobre la tierra, dejando huellas de bondad y compasión. Sus palabras, como suspiros de la naturaleza, susurran secretos cósmicos que solo el corazón puede entender. Son como faros en la tormenta, ofreciendo refugio y calma a quienes buscan un puerto seguro en medio de las tempestades.

Para estas personitas con luz, el tiempo es un regalo precioso que desean compartir. En su mundo, cada momento es una joya radiante que atesoran con gratitud. Y cuando la Luna alumbra el cielo, sus sueños son luciérnagas que titilan, recordándonos la magia que vive en cada corazón lleno de luz.

Que nunca se apague la llama de estas personitas, guardianes de la esencia pura y radiante que todos llevamos dentro. En su resplandor, descubrimos la verdadera riqueza de la vida, aquella que no se mide en posesiones materiales, sino en la abundancia del amor compartido.


Libélula 🦋
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