En la sombra más densa, donde el miedo se siente,
como un susurro oscuro que a la mente atormente.
Recuerda que el viaje, aunque lleno de penas,
es como un río que fluye, llevando sus cadenas.

Cada paso que has dado, cada camino andado,
es como un ladrillo que al final ha formado
un puente hacia la luz, aunque hoy esté cansado su ser,
ver, pues en la oscuridad, no se ve la realidad.

Bondad, pasado, presente, futuro, anhelando lo seguro,
como un faro en la niebla, buscando el rumbo puro.
Los sentimientos son luces, como estrellas que titilan,
vigilan como guardianes, sus destellos destilan.

El aprecio sincero, aguacero de incertidumbre,
es lumbre de paciencia, en conciencia se deslumbre.
Coincidan o no la brisa y el mar, siempre hay lugar,
como el eco del deseo, que nunca deja de clamar.

No hay amor que defina tu esencia y tu historia,
pues eres un universo, vasto en su victoria.
Memoria renovada, como el amanecer,
entre todo y nada, hay paz que puede florecer.

Costumbre será apreciar los detalles en la vida,
como las hojas del árbol, que al viento se despiden.
Calle el eco disonante, que agobiante puede ser,
esperar al querer es como un río sin correr.

Mejor ver y hacer lo mejor por el ser,
sembrar en tu andar, para navegar y crecer.
En cada paso, una oportunidad, como un mar en calma,
y en la luz de tu viaje, hallarás la paz del alma.


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