...

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¡Aleluya!
¿Y qué sería yo si cada noche no estuviera en el balcón gritando "¡Tuya!", vestida de carmesí?

Eres el vuelo del volante de mi falda, la ternura que me alcanza y la matriz de mis sonrisas.

Eres el núcleo de esta vida enloquecida, el poema en esta historia y en mi sangre eres poesía.

Eres el canto cuando el cielo absurdo calla, cuando estrello mis neuronas, cuando el sol se me estremece.
Las caricias en los truenos de las prisas, eres sueño entre mis manos, palpitante y con pasión.

Eres mi cama, eres destino, eres inmenso...
eres la gloria bendecida cada día.
El infierno entre las sábanas humeantes,
eres la cúpula que hierve mi razón.

Eres estrella, el universo, eres belleza. Eres la causa de esta insana rebelión.
Y sin coartada...

Somos el fallo y bien culpable del jurado...

y ¡Aleluya!

Por fin tenemos casa, amor. Cierra la puerta.

© Flora Rodríguez