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LA MARGARITA Y LA VIOLETA
Sucedió en la primavera pasada, cuando el aire estaba impregnado con el dulce aroma de las flores y los campos se vestían de colores vibrantes. En un jardín encantado, una margarita y una violeta entablaron una discusión que resonaría en todo el reino floral.

La margarita, con sus pétalos blancos y amarillos que brillaban bajo el cálido sol, se erguía con orgullo y afirmaba: "Yo soy la flor más hermosa de todas, con mi simplicidad y elegancia, atraigo todas las miradas y lleno de luz este jardín".

La violeta, con su tono púrpura profundo y su delicado aroma, respondió con gracia: "Pero querida margarita, la belleza no se mide por la apariencia externa. Mi fragancia embriaga los sentidos y mi color representa la espiritualidad y la intuición. Soy la flor que despierta emociones profundas en aquellos que me contemplan".

La discusión entre la margarita y la violeta se intensificaba con cada argumento, y las otras flores del jardín observaban con curiosidad y asombro. Finalmente, una mariposa sabia que revoloteaba cerca decidió intervenir.

La mariposa se posó suavemente entre la margarita y la violeta y les dijo: "Queridas flores, ambas poseen una belleza única y especial. La margarita brilla con su luz radiante, mientras que la violeta cautiva con su misterio y encanto. En lugar de compararse, deberían celebrar su singularidad y reconocer que la verdadera belleza reside en la diversidad y en la armonía que crean juntas en este maravilloso jardín".

La margarita y la violeta se miraron una a la otra, comprendiendo la sabiduría de las palabras de la mariposa. En ese momento, decidieron dejar de lado su disputa y unir sus fragancias y colores en una danza de armonía y respeto mutuo. Desde entonces, la margarita y la violeta florecieron juntas, recordando a todos que la verdadera belleza está en la diversidad y en la aceptación de las diferencias. Y así, el jardín floreció con una nueva energía, donde cada flor brillaba con su propia luz, en perfecta armonía con las demás.