"El Príncipe Oscuro"
En una lejana aldea, oculta entre valles de sombras y desafíos del tiempo, se erguía un antiguo cementerio, rodeado por murallas de piedra musgosa y olvidada. Era un lugar donde los vivos temían caminar al caer la noche y donde los susurros de espíritus perdidos parecían acariciar el aire fresco. Cada Halloween, la aldea celebraba la llegada de la temporada en la que los divide la frontera entre su mundo y el de lo sobrenatural se desdibujaba, y aquellos que se atrevían a cruzarla enfrentaban lo desconocido.
La historia comienza una noche de octubre, la luna llena proyectaba un resplandor plateado sobre el cementerio. Bajo ese manto lumínico, apareció un hombre. Su piel era pálida como la luz de un espectro, sus ojos oscuros como el abismo, y su cabello, un torrente de sombras que caía sobre su rostro con un aire de misterio. Nostálgico, vestido con un abrigo largo y un elegante chal que destellaba joyería gótica —calaveras y cuernos entrelazados en plata—, caminaba con una gracia que despertaba tanto temor como fascinación.
En la aldea, lo conocían como el Príncipe Oscuro. Su leyenda se susurraba en los rincones, un ser que se presentaba cada Halloween, trayendo consigo la promesa de profundas revelaciones y oscuras ambiciones. Se decía que sabía las verdades más ocultas de cada alma, que escuchaba los lamentos de los muertos y era capaz de conceder deseos en el oscuro reflejo de la eternidad. Muchos se acercaban llenos de curiosidad, pero pocos regresaban a hablar de sus encuentros.
La noche de Halloween, Clara, una joven de cabellos dorados y corazón aventurero, sintió una atracción irrefrenable hacia...
La historia comienza una noche de octubre, la luna llena proyectaba un resplandor plateado sobre el cementerio. Bajo ese manto lumínico, apareció un hombre. Su piel era pálida como la luz de un espectro, sus ojos oscuros como el abismo, y su cabello, un torrente de sombras que caía sobre su rostro con un aire de misterio. Nostálgico, vestido con un abrigo largo y un elegante chal que destellaba joyería gótica —calaveras y cuernos entrelazados en plata—, caminaba con una gracia que despertaba tanto temor como fascinación.
En la aldea, lo conocían como el Príncipe Oscuro. Su leyenda se susurraba en los rincones, un ser que se presentaba cada Halloween, trayendo consigo la promesa de profundas revelaciones y oscuras ambiciones. Se decía que sabía las verdades más ocultas de cada alma, que escuchaba los lamentos de los muertos y era capaz de conceder deseos en el oscuro reflejo de la eternidad. Muchos se acercaban llenos de curiosidad, pero pocos regresaban a hablar de sus encuentros.
La noche de Halloween, Clara, una joven de cabellos dorados y corazón aventurero, sintió una atracción irrefrenable hacia...