...

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Resuelto
–Parece que ya no vamos a necesitar esto –dijo Franz Mientras le alcanzaba el arma a uno de sus matones con una mano y a la vez se llevaba una uva morada a la boca con la otra.

Erik permanecía en silencio soportando el dolor de la golpiza que le habían propinado minutos antes. El rostro empezaba a notársele inflamado y la sangre que le escurría por las mejillas comenzaba a teñir el pecho de su camisa con un rojo espeso.

Franz se tomó dos uvas más del frutero de plástico sobre la mesa de la cocina de la casa de Erik y las tuvo en la boca como si fuesen pastillas de caramelo.

–¿Qué te hizo pensar que sería lo suficientemente idiota como para no hacer nada al enterarme que habías vuelto a la ciudad luego de nuestro pequeño… ­–Franz hizo una pausa, acercó su impoluto rostro al de Erik y la esquina...