Luces.
Salí al balcón a ver las luces de la ciudad, hace bastante que no lo hacía.
Debido a las fechas, ¡claro! destellaban luces rítmicas policromáticas o de un solo tono, no faltaba algún inflable luminoso, o bien una estructura con luces adheridas, un intento de Adeste Fideles sonaba fuera de tono , posiblemente ya sin fuerza las baterías.
Mire al cielo, despejado de nubes, haciendo competencia con las luces de los vecinos, unas estrellas titilaban mientras otras cambiaban de ritmo, en ese instante me torné taciturno, una oleada de nostalgia y recuerdos de seres queridos, me tomó por sorpresa, con la vista hacia el horizonte dije una plegaria en forma de agradecimiento. Un par de lágrimas brotaron, las dejé rodar, para precipitarse desde la barbilla y esparcirse en el aire o en el piso, un respiro hondo para cargarme de paz interna, dudo cuánto tiempo ha transcurrido.
Cala el frío. Decidido, entro a la casa, donde los aromas y la tibieza resaltan, el crispar de leña siendo abrasada con su aroma a humo y savia, desde el rincón el indudable olor a pino húmedo, más allá, provenientes de la cocina, no debían faltar un olorcito a canela, otro a chocolate calentándose y un tercero, casi difuminado, cierto cítrico que instaba a beber algo caliente.
Entre sonrisas y abrazos oigo que me están esperando, que bien que llegas; se oyen villancicos adentro y fuera, mismos que se suelen acompañar con luces de Navidad o de vela.

¡No olvidemos el verdadero espíritu navideño, es brindar amor sin interés y la bondad!

¡Felices Fiestas!

@Rener Ramz

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© Rener Ramz