"La Bruja de los Cuernos de Fuego"
En un rincón del mundo donde la magia pulsaba en cada hoja del bosque y los dragones danzaban entre las nubes, existía un lugar conocido como Eldril. Este era un reino rodeado de leyendas, donde susurraban los vientos sobre una enigmática bruja que habitaba en la Colina de los Cuernos de Fuego. Su nombre era Kaelith, y sus cuernos, ardientes y resplandecientes, eran el signo de su conexión con los poderes de la tierra y del fuego.
Kaelith era a la vez temida y venerada por los habitantes de los pueblos cercanos. Se decía que podía invocar llamas que danzaban como serpientes y que sus ojos reflejaban el destello del fuego estelar. No obstante, su poder también era una maldición: las llamas de su magia eran un recordatorio inquietante del descontrol y la destrucción. Los aldeanos, en su temor, la llamaban "La Bruja de los Cuernos de Fuego" y la mayor parte del tiempo preferían ignorar su existencia. Sin embargo, había quienes susurraban historias sobre momentos en los que ella salvó a sus tierras de invasores y calamidades, convirtiéndola en una figura de controversia.
Un día, un joven llamado Érial, atraído por las leyendas que giraban en torno a Kaelith, decidió emprender una búsqueda hacia la colina. Érial era un soñador en un mundo que prefería mantenerse en la realidad; su corazón anhelaba la aventura y su interés por lo desconocido lo había llevado a menudo a los confines de su aldea. Pero había algo más: Érial sentía una extraña conexión con la bruja y su poder.
Al llegar al pie de la colina, Érial se encontró con una impresionante vista: flores de fuego florecían a su alrededor, iluminando el paisaje en un crepitar...
Kaelith era a la vez temida y venerada por los habitantes de los pueblos cercanos. Se decía que podía invocar llamas que danzaban como serpientes y que sus ojos reflejaban el destello del fuego estelar. No obstante, su poder también era una maldición: las llamas de su magia eran un recordatorio inquietante del descontrol y la destrucción. Los aldeanos, en su temor, la llamaban "La Bruja de los Cuernos de Fuego" y la mayor parte del tiempo preferían ignorar su existencia. Sin embargo, había quienes susurraban historias sobre momentos en los que ella salvó a sus tierras de invasores y calamidades, convirtiéndola en una figura de controversia.
Un día, un joven llamado Érial, atraído por las leyendas que giraban en torno a Kaelith, decidió emprender una búsqueda hacia la colina. Érial era un soñador en un mundo que prefería mantenerse en la realidad; su corazón anhelaba la aventura y su interés por lo desconocido lo había llevado a menudo a los confines de su aldea. Pero había algo más: Érial sentía una extraña conexión con la bruja y su poder.
Al llegar al pie de la colina, Érial se encontró con una impresionante vista: flores de fuego florecían a su alrededor, iluminando el paisaje en un crepitar...