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NUNCA RENDIRSE
Te sorprenderá esto que te cuento. La vida nos da una segunda oportunidad, o al menos eso es lo que dicen. La carrera había comenzado y me encontraba en la línea de salida, con el corazón latiendo con fuerza y la determinación brillando en mis ojos. Me preguntaba si esta vez sería capaz de ganar, de superar mis propios límites y alcanzar la victoria que tanto anhelaba.

El sol brillaba en lo alto del cielo, iluminando el camino que se extendía ante mí. Mis músculos se tensaron, listos para la acción, mientras el murmullo de la multitud resonaba a mi alrededor. Con un último suspiro, me lancé hacia adelante, dejando atrás todas las dudas y miedos que me habían atormentado en el pasado.

Cada zancada era un paso más hacia mi redención, hacia la posibilidad de demostrar que las segundas oportunidades existen y que somos capaces de superar los obstáculos que se interponen en nuestro camino. El viento soplaba a mi favor, como si el universo estuviera conspirando a mi favor en ese preciso momento.

Los kilómetros pasaban velozmente bajo mis pies, y a medida que me acercaba a la meta, sentía una mezcla de emoción y nerviosismo recorrer mi cuerpo. ¿Podría lograrlo esta vez? ¿Sería capaz de cruzar la línea de llegada con la cabeza en alto y el corazón lleno de orgullo?

Y entonces, en un instante que parecía detenerse en el tiempo, crucé la meta. El rugido de la multitud llenó mis oídos, y las lágrimas de alegría brotaron de mis ojos. Había ganado, había superado mis propias expectativas y demostrado que la vida sí nos da una segunda oportunidad, una oportunidad para redimirnos y brillar con luz propia.

Desde ese día en adelante, cada vez que me enfrento a un nuevo desafío, recuerdo esa carrera y la sensación de triunfo que inundó mi ser. Porque sé que, no importa cuántas veces caiga, siempre habrá una oportunidad para levantarme y seguir adelante, con la certeza de que el verdadero éxito radica en nunca rendirse y siempre creer en uno mismo.