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Enter the Void.
En algún lugar en el que nadie quiere estar y que jamás esperas que exista, entre susurros y sombras, encontré a Mi Lic, un padrino de palabras ásperas y verdades crudas. Había pasado por el infierno tantas veces que su alma llevaba cicatrices como tatuajes. Psicólogo de día, portador de sabiduría de noche, él había vivido en la cuerda floja entre la desesperación y la esperanza.

Una tarde, mientras entendía toda la teoría de cómo "ser una persona normal", en mi pinche desesperación lo interrumpí y le dije: "Creo entender lo del mal manejo de la frustración, la ira, la hostilidad, la depresión, la ansiedad, lo del ego, lo de la impulsividad, la ingobernabilidad, lo de la conmiseración, lo de evadir la responsabilidad, lo de los apegos tóxicos, lo de los comportamientos, compulsivos. Pero, Mi Lic, lo que no entiendo es: ¿y el pinche vacío, cuándo se quita?" Él me miró con esos ojos que han visto más de lo que deberían y, con una sonrisa amarga, respondió: "Por eso me caes bien."

Después, su voz se hizo más grave, casi un susurro cargado de peso: "Te voy a decir una de las cosas más duras que alguien te va a decir: ese pinche vacío que sientes no lo vas a dejar de sentir . Estoy seguro, porque yo pensaba que si dejaba las drogas y el alcohol, ese vacío se iba a llenar. Y lo más culero es darte cuenta de que ni dejando de tomar ni dejando de drogarte se va. Para mí, esa era la única esperanza. Tienes que entender que el vacío no se ira, entonces tienes que entrar en el.

"¿Y entonces qué, Mi Lic?" pregunté, sintiendo el eco de la desesperanza.

"Si sigues tratando de llenarlo con dinero, con un Dios, con la luz, con la oscuridad, con sexo, con amor, con poder, con hijos, con soledad, con trabajo, con éxitos materiales, con autos, con títulos, con lo que sea, te vas a dar en la madre. Solo acepta que hay personas que nacen con un pedo físico con el que tienen que luchar, y hay personas que nacemos con el alma rota. Es así de simple: como alguien que nace con una enfermedad culera, o le chingas o le jalas a una .22 y que valga verga. Eso tú lo decides. Todo te va a costar más que a los demás. Pero cada día que no te avientas de un perro puente ya es un logro para ti. Y con eso quédate." Además cuando salgan de aquí todos los juzgarán, los criticaran, no pierdan el tiempo dando explicación a personas que ni siquiera se dan cuenta que sus demonios están frente a ellos, controlando cada aspecto de su vida, ustedes por lo menos los ven, los escuchan y luchan contra ellos, solo ustedes saben la guerra qué están luchando.

La vida, me había dicho Mi Lic, era a veces tan difícil que la única manera de salir de ella es la locura y entender que la luz y la obscuridad es partede ti y si la niegas te va a destruir, el mejor truco del diablo es convencer al mundo de que no existe , decía, y esa frase resonaba en mis pensamientos como un eco persistente.
“Hay un lugar en el corazón que nunca será llenado, un espacio, y nosotros esperaremos y esperaremos en ese espacio, pero es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”, solía decir Mi Lic, aunque con el tiempo comprendí que esa vela era frágil, un faro tenue en la tormenta de la existencia.


Así, entre el aliento entrecortado de la noche y la dureza de las confesiones, Mi Lic me enseñó que vivir era un acto de resistencia. Que cada día sin caer era una victoria silenciosa. Y aunque el vacío nunca se fuera, aprender a coexistir con él era el verdadero triunfo. Ahí estaba la sabiduría, ahí estaba la trascendencia. A los demás les da miedo morirse; a nosotros nos da miedo vivir.