"Bajo el Cielo de Dios: Los Caballeros Templarios y el Secreto del Último Templo"
En el año 1314, mientras la sombra de la Inquisición se cernía sobre Europa, tres caballeros templarios se reunieron en la penumbra de una catedral en ruinas, enclavada en los bosques de Francia. Tras años de guerras, conquistas y deserciones, su orden estaba al borde de la extinción, y en el aire flotaba la advertencia de que lo peor estaba por venir. Estos tres hombres, con corazones de león y fe inquebrantable, eran Rodrigo, Alonso y Alejandro.
Rodrigo, el mayor de los tres, destacaba por su inflexible devoción a la causa templaria. Era un guerrero experimentado, cuya espada había visto más batallas de las que podía contar. Su actitud era solemne y su mirada, profunda como un abismo. Para él, el Templo de Salomón no solo era un lugar de historia, sino una conexión divina. Solo encontraba paz al pensar en el sagrado artefacto que su orden había custodiado: la Llama de la Fe, un objeto que, según las antiguas escrituras, poseía el poder de sanar las almas y mantener la paz en la Tierra.
Alonso, por otro lado, era más joven e impulsivo. Su ardor en la batalla se equiparaba a su curiosidad por el conocimiento prohibido. Siempre había sentido que la verdadera fortaleza de un caballero no solo residía en su espada, sino también en su mente....
Rodrigo, el mayor de los tres, destacaba por su inflexible devoción a la causa templaria. Era un guerrero experimentado, cuya espada había visto más batallas de las que podía contar. Su actitud era solemne y su mirada, profunda como un abismo. Para él, el Templo de Salomón no solo era un lugar de historia, sino una conexión divina. Solo encontraba paz al pensar en el sagrado artefacto que su orden había custodiado: la Llama de la Fe, un objeto que, según las antiguas escrituras, poseía el poder de sanar las almas y mantener la paz en la Tierra.
Alonso, por otro lado, era más joven e impulsivo. Su ardor en la batalla se equiparaba a su curiosidad por el conocimiento prohibido. Siempre había sentido que la verdadera fortaleza de un caballero no solo residía en su espada, sino también en su mente....