Nos dirigimos, hacia la casona ubicada en el barrio residencial de la ciudad, fuimos destinados para investigar, lo del golpe relámpago en el cual desvalijaron el banco central.
Los ladrones sospechados de tal asalto, eran reconocidos, grandes delincuentes de la mafia. Las cámaras del banco pudieron identificarlos. Teníamos a nuestro poder la orden judicial que nos autorizaba a entrar para hacer el allanamiento del lugar. Volteamos la puerta principal e ingresamos, todo parecía normal, empezamos a observar que habían estado ahí, o estarían ocultos, ya que el olor a comida invadía la cocina. En el comedor principal se encontraban las armas de grueso calibre utilizadas para el asalto. De repente se oye una gran carcajada, proveniente del sótano, teníamos conocimiento de la historia que revelaba el pasado de esa casona, pero no teníamos miedo, cualquier cosa irreal o fantasiosa no podría con nosotros, de eso estábamos seguros.
Bajamos la infinita escalera, solo teníamos la tenue luz de las linternas que nos acompañaban. Cada vez las risas eran más intensas, por momentos aturdían, queriendo despistarnos.
Las luces se encendieron por arte de magia, las carcajadas volaron por el aire junto a millones de billetes mientras las armas empezaron a dispararse llenando de sangre el lugar, nuestros cuerpos yacían inmóviles en el suelo, ese suelo frio como nuestros cuerpos muertos sepultados por el dinero robado, junto con los cuerpos de los ladrones del banco, mientras los fantasmas danzaban al compas de relámpagos cómplices.

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