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UN DÍA DE TANTOS
UN DÍA DE TANTOS



—¡Buenos días!, señor he visto que están haciendo trabajos en su chacra. ¿Ud. Cree que puedo trabajar con ustedes?. "Que diga que sí, porfis Diosito échame una manito, ya estoy cansada de andar por todos lados y nadie quiere emplearme para nada. Mi vida desdichada se convirtió en un infierno. Cada noche se repite la misma suplica a mis padres y a los cielos: que no me condenen a la tortura de morir sin antes haber descubierto que puedo dejar huella, tanto como lo pudieron hacer mis padres. No podré resistir un día más sin probar alimento; sé que este señor no me inspiraba del todo confianza pero es preciso que al menos tenga un techo seguro por un par de días mientras me recupero del cansancio. "Es completamente inofensivo" —creo— aunque me mire con marcada indiferencia. "Te acostumbrarás a su compañía y, si no lo consigues..."pues quien sabe si primero pueda llegar a convencerlo de que me de empleo. Pero sobre todo me permita quedarme en su casa."



—¡Pero eres una niña!, en que me podrías ayudar. Yo necesito peones fuertes. No "guaguas". ¿Es que te has vuelto loca niña? Esto es una broma tuya, me imagino y has de saber que no soy de aguantar ningún tipo de bromas.



—¡Necesito trabajar!. Dígame que otras cosas necesita. A lo mejor... llevar las cuentas de su producción. O buscar la forma de vender más. Sé como se llevan este tipo de cuentas. Yo le ayudaba a mi maestra con las suyas. Soy muy buena en matemáticas. también puedo ayudarle a preparar quesos, a pintar sus retablos con colores bonitos..., a pintar sus hilos de bordados o a cortar tela para sus llicllas... "Es que acaso este señor piensa que... porque soy tan pequeña soy sinónimo de ser una tonta. ¡Que barbaridad!, es increíble que tenga que pasar por todo esto, es como si de un tiempo a esta parte tuviera que hacer oír mi voz a punta de porfía, y no es que sea cobarde, ni mucho menos una niñita de papá —Aunque realmente siempre lo he sido. A mi modo, claro, pero siempre lo he sido—. Así es que ya es tiempo que todos se enteren que yo puedo hacer posible muchas cosas. No le tengo miedo a estar sola, ni mucho menos a demostrar que puedo lograr muchas cosas. Es que es tan difícil que entiendan que puedo hacer un poquito de todo lo que hacen sus peones. Sólo necesito un poquitín de confianza. Papito de mi corazón en todo este tiempo no te he pedido nada. Ni a ti mamita, ¿ustedes creen que podemos pasarle un poquitín de bondad a este ñor? Sé que también he pensado que es bueno que todos se convenzan que los niños podemos lograr cosas como los adultos. Pero para ello sólo necesito una oportunidad. No puedo creer que una miserable bomba que unos malos hombres hicieron de mi vida algo tan desdichado, casi una vida de mendiga ambulante.



—Eres insistente niña... Mmmm... A ver... te pondré a prueba sólo por hoy. Y quiero que me muestres como es eso que sabes llevar las cuentas. Y ¡tan guagua!... (guagua: tan pequeña).



—Eso es cierto señor. Ud. dígame que es lo que esta haciendo. Indíqueme que cantidades esta vendiendo. Sus precios y costos de producción. Y lo que quiere ganar. Yo se lo anoto en un cuaderno para que lleve su control. Para así, poder sacar un estimado de lo que debería de ganar por cada saquito. Y veremos si el total de las ventas le esta dejando ganancias reales. Eso es sencillo, mi papá me enseñó matemáticas llevando las cuentas de lo que invertíamos en los paseos o de lo que gastaba en comprar gasolina en todo el mes. Es divertido. Sólo necesito con que escribir y un cuaderno. "Mierda yo prometiendo y diciendo y nunca lo he hecho. Claro que sé que sólo eso es cuestión de escribir todos los datos y pensar en lo que entra y en lo que sale. ¡Sí, así mismo es como lo recuerdo, a mi papá llenando las cantidades de lo que recibió para gastar, por tipos y calidades. Sí... recuerdo que él recibía ladrillos diferentes y que estos eran de varios tipos para usos distintos. Lo mismo con el fierro. Unos eran para vigas, otros para zapatas y cimientos y otros eran sólo para amarrar columnas... La verdad es que al principio no entendía por qué hay variedades de materiales, y por que la insistencia de apuntar algo que luego ya se va a usarse al final de todo ya no quedará nada... ¡tantas cosas, que no entendía! De igual manera con lo que debía de utilizar durante el día. Y mi mamita hacía lo mismo con todos los medicamentos del pequeño consultorio. Aunque parezca risorio ambos eran un par de persistentes en llevar cuentas de todo lo que tenían... Y yo una curiosa de todo lo que hacían.



—A ver niña, pasa por aquí.



La casita era bastante rústica con paredes de adobe, muy ordenado y limpio todo. Algunas palas picos y barretas se encontraban apiladas en un extremo del ingreso a la casa; creo que de esa manera se evitaba que los rayos impactaran de manera infame en la casa. Porque aquí cuando llueve el cielo escupe rayos y los objetos de metal juegan un mal papel captando dichos rayos... "¿Será que cada uno de estos muros de la casita podrá al menos guardarme por hoy?". La casa esta llena de piezas bastante grandes, desde que vi la casa supe que pisaría su entrada y que sería recibidas, pero ahora que estoy dentro no sé lo que realmente me pasará hoy. Tengo miedo de volver a estar a merced de todo y de nada allí afuera.







Caminé detrás de don Eliseo en línea recta, hasta llegar a un gran pasadizo que conducía a tres ambientes iluminados. En una esquina opuesta muchas bolsitas coloridas de café estaban apiladas en diferentes niveles como si se estuvieran ofertando dentro de una cavidad en forma de medio arco en una de las paredes de la habitación, mientras que en una gran mesa frente al café habían otros productos como botellas de licor de higo y licor de tuna que don Eliseo destilaba de manera artesanal. En el interior de esta casona siento que he perdido la poca paz que cargo encima, todo lo que hay llama poderosamente mi atención es como si estuviera en otro lugar y no en el ambiente que la casita refleja desde fuera. Aqui dentro parece que hay muchas empresas de todo. ¿será correcto todo lo que hace este señor?



Al caminar hacia la habitación del frente, descubrí una pieza grande, pero húmedas y ligeramente oscura, carente de ventanas y allí habían algunas mujeres con tejidos muy coloridos y bordados de cojines de alegres motivos de flores, llicllas, gorros y algunos otros bordados que la mujer de don Emilio y sus tres hijas hacen para llevar a vender, además de pequeños retablos que confeccionan. Todo marcha con aparente normalidad. Cada retablo tenía un motivo distinto. Habían de motivos religiosos, agrícolas o de tipo festivo. Y en el último cuarto habían infinidad de quesos, yogures y mantequillas que la familia hacía. Hasta que salimos por una puerta del fondo del corredor hacia una especie de huerta (jardín de arboles frutales y hortalizas). Todo marchaba con aparente normalidad



—Bueno jovencita en ese tronco puedes sentarte y aquí tienes un lápiz y un cuaderno. —Creo que es lo único que necesitas.



—Señor. Ud. me dijo que le demuestre que soy buena llevando cuentas. Pero en este cuaderno no hay ningún dato. Ni nada escrito. Esta en blanco.—Comenta Lourdes mientras va revisando cada hoja del manido cuaderno. "Vaya con el viejito, cree que soy maga, bruja o algo así, me pone las cosas difíciles porque cree que así le será fácil decirme que no sirvo para nada, Pero, no ha conocido a Lourdes, ¡Ya vera! él no me conoce, y yo no me dejo de nadie. MI mamá siempre decía que el nombre se gana a punta de esfuerzo. Y la verdad yo no sabía de eso, pero ahora recién lo estoy entendiendo todo. Creo que por esos inconvenientes casi nunca replicaba nada de lo que ella decía pues ni siquiera sabía bien lo que era que ella decía. Sin embargo me siento contenta que mis padres me hayan enseñado todo lo que sé ".



—¡Y qué cosa piensas!, ¿Qué te voy a dar mi cuaderno? ... ¿El de verdad?; ¡para que lo eches a perder!. No, no... ¡De ningún modo!



—¡Está bien! Intentaré esto sin ningún dato. Pero luego no se queje si me ve merodeando por ahí. "Viejo caduco, es que cree que sólo él sabe de todo. Voy a poner mi mejor esfuerzo para demostrarle que puedo hacer ese cuaderno tan bien como lo hacían mis padres o eso espero".



—¿Qué cosa dices muchacha insolente?



—Señor, no es insolencia, es que sin ningún conocimiento ni nada no se puede sacar cuentas. Pareciera que Ud. no quiere que le ayude. "Sin lugar a dudas este viejito me hará hacer el mejor esfuerzo que nunca he hecho. Me da coraje que no me tengan confianza ggggrrrr ¡Calmate! el que se molesta pierde. Pero me da rabia que este viejito me quiera hacer ver como tonta. ¡Va a ver!



—Has lo que quieras muchacha. Yo estoy cubierto de toda clase de preocupaciones como para andar fiándome de una guagua testaruda.



—¿Quiere que le informe, qué es lo que pienso hacer ahora? "Vaya con este señor, no me quiero portar mal, pero me da mucho coraje que no me crea, y más coraje aún que de por echo que no sirvo para nada, que no valgo. Eso me tiene por demás, sumamente molesta, Pero sé que debo de calmarme. Vaya que es difícil mantener la calma en una situación como esta. Quiero tirar algo al piso y romperlo para que vean que si puedo. Pero si algo tonto será peor. Ya dije que si sé hacerlo , ahora sólo debo de demostrarlo. Imagino que la forma de hacerlo es hacer yo misma todo desde lo que pueda ver. Hoy seré como mi papi. Iré a cada lugar de la casa y que sea lo que Dios quiera... Diosito ya pe, no seas así, dame chance, al menos por hoy. Quiero dormir bajo techo.



—Te dije que tengo mucho que hacer. Incluso ya mismo debo ocuparme de llenar el destilado de chinmango en las botellas antes que termine el día y tu aquí haciéndome perder el tiempo. (*Chinmango es un licor que se logra del fermento del higo).



—Desde luego, no abrigo el menor propósito de estarme de brazos cruzados, de ello debe estar seguro. "Recórcholis, la casa es bastante grande, sí que se ve muy muy grande con ese jardín en el centro y con los cuartos distribuidos a su alrededor. Entre las piezas y el jardín hay corredores que protegen las habitaciones del rigor de las lluvias y del viento que cabe ver que aquí son muy frecuentes. Tener arreglada una casa tan grande y cuidarla debe de ser todo un reto. Será que tendré, siquiera, la oportunidad diaria de ocupar alguna habitación, sé que eso es sólo un sueño, pues será toda una tarea dura el intentar que este viejo me tome en cuenta y que siquiera confíe en mi. Es una tarea dura. Pero yo amo las cosas difíciles Los corredores están cubiertos por enredaderas que florean muy lindo alrededor de pequeñas matas de hortalizas caseras casi todo el año. Recuerdo cuánto me gustaba, por las tardes, sentarme en uno de aquellos corredores del campamento y ayudar a coser la ropa de los niños, entre el perfume de las flores de estación y del aroma del fogón... Que diferente es esto aquí. En el campamento recuerdo que doña Panchita cultivaba algunas flores como cerco, pero sobre todo lo que siempre se trataba de hacer es un buena huerta con productos de primera necesidad como manzanilla, menta, hierba buena, cedrón, tantas hierbitas que casi he olvidado sus nombres... Pero que lindo era poder jugar con mis amigos de la escuelita, poder correr entre las jardineras y entre el campamento, Extraño mucho mis paseos por el río al terminar las clases de la escuelita. Extraño a doña Pancha o a Domitila regando las plantas, mis amiguitos corriendo por todas partes, todos entretenidos buscando gusanos entre las hojas. A veces nos pasábamos horas de horas, callados y muy atentos, siempre tratando de coge las gotas de agua que se escapaban de la vieja manguera. Tantas cosas lindas que ya no regresarán, tantos amigos que murieron... tantas cosas que ya no veré nunca más. Y mis padres siempre siendo importantes en medio de todos y amigos de todos. Recuerdo que mi mamá era muy cariñosa conmigo y con mis amigos. Ya no volverá a ponerme el estetoscopio para poder escuchar su corazón latir por mí agitadito de amor"



—Eso espero, no acostumbro dar de comer a visitantes, ni mucho menos a holgazanes. En mi mesa cada quien debe ganarse su plato a base de trabajo.



—Bueno señor. Ya que no sé adivinación, ni espero a la suerte. Yo me propongo cuidar de sus intereses comenzando por su destilería artesanal de higo con prudencia. Y no me miré así, yo no pienso molestarlo, salvo que sea necesario. "No sé por qué no puedo dejar de mirar a este señor, en el fondo siento cierta compasión, es como si tuviera muchos más preocupaciones que yo, o es que acaso lo estoy imaginando. Hay algo que no puedo dejar de hacer, y eso es mirar de vez en vez el cuarto de la esquina, allí hay un perro que parece que no puede moverse. ¿Será que se encuentra enfermo? ¡Pobre animal! tiene todos los huesos a la vista, eso es lo que mi mamás diría una radiografía en cuatro D. Casi puedo identificar el número de huesos que trae encima. Será que realmente es un perro de esos que se la pasa todo el día durmiendo, Mmmm, no lo creo.



Lourdes se paseó por la destilería de don Eliseo y preguntó a los peones cual era la cantidad de botellas almacenadas, cuantas llenarían ese día y que cantidades tenían destilando y preguntó cómo se hacía el proceso de la elaboración del licor de higo, molle y el de tuna. Que eran los tres tipos de licores que hacían, luego se puso a husmear por donde hacían quesos. Preguntó básicamente lo mismo, de igual forma anduvo observando el proceso de envasado de café y el cómo hacían los bordados la cantidad de hilos y tiempo estimado que les llevaba a la familia adquirir nuevos productos para vender. Todo sin dejar de anotar cada detalle.



Lourdes había dividido el cuaderno para poder tener ideas claras de cada producto y así anoto sus observaciones por separado. Pues así, es como precisamente recordaba que su papá y su mamá llevaban registro de lo que tenían y de lo que gastaban. Y así mismo de lo que debían comprar.



Llegada las siete de la noche ya toda la familia y algunos trabajadores se habían reunido en una era (especie de patio grande), sobre largos troncos cortados por la mitad, de algún extinto y viejo árbol. Al parecer allí se reunían al interior de la casona para conversar acerca de diferentes cosas. Lourdes observó y escuchó a todos atentamente. Allí se enteró que todos los productos de don Eliseo se hacían de modo clandestino porque sino los soldados o los terroristas le saqueaban o robaban. Y entonces entendió por qué don Eliseo era un desconfiado, y comprendió lo poco que podían ganar con sus productos o cosechas.



—Don Eliseo quiero mostrarle como están estas cuentas de todo lo que he podido apreciar, porque de la miel de abeja recién me acabo de enterar. —Venga y mire. >"Espero que este viejito



—¡Muéstrame, "jetosa"!. —Dice don Eliseo arrebatándole el cuaderno de las manos a Lourdes, con tosquedad y desprecio.



Conforme fue pasando las hojas don Eliseo fue cambiando esa expresión dura a la de asombro... Cada hoja describía de una manera sencilla y elemental un criterio de orden y especificidad que silenciosamente reconocía no había nunca contemplado respecto a su manera de hacer cuentas. Casi no podía creer que una mocosa de casi 8 años tenga tanta idea de como se llevan las cuentas de un modo tan preciso como al parecer los había realizado. Incluso había anotado la cantidad producida en el día. Dato que él desconocía hasta ese momento... Así poco a poco se fue dando cuenta que esa pequeña había hecho un inventario detallado de sus productos. Además había dejado claro que él podía ganar mucho de no dejarse robar. Ya por los soldados o por los terroristas y hasta por los mismos narcos que siempre llegaban a sus chacras y sus cultivos de coca. Razón por la cual él debía de siempre tener sus productos bajo tierra. Y aunque acababa de reconocer mucho talento e inteligencia en la niña no pensaba reconocerlo de modo muy público.



—¡Qué le parece don Eliseo?, le gusta lo que hice.



—Pudiste hacer mejor las cosas, ¿Verdad?, jetosa.



—Sí señor, pero Ud. no me dio ningún dato o ayuda... y bueno yoo...



—Las excusas no sirven, cuando se puede hacer más, ¡se hace más!.



—Disculpe pero tuve que adivinar qué es todo lo que se produce aquí. Pero no volverá a pasar.



—Claro que no volverá a pasar. Ve a la cocina y ve si sobró algo para que comas. Y regresas en 15 minutos.



—Está bien señor.



Lourdes ese día solo recibió un pan del día anterior y un trozo de carne seca y maíz tostado. El mismo que a pesar de su hambre compartió con un perro que era casi una radiografía andante, y del que se compadeció. Mientras miraba el pan viejo pensó en los panes que a veces sus compañeros de la escuelita a la que asistía solían llevar como merienda, algunos meses atrás antes del atentado a sus padres, muchas cosas eran un delicioso manjar. Cada que Manuelito deseaba invitar un trozo de su pan para presumir los sabores de la buena sazón de su madre en cuando a aderezos y pequeñas meriendas en base a carne o harinas. Y al que ella siempre decía "no gracias, eso no lo puedo comer". Y justo así es como era. Lourdes no podía comer pan, porque tenía como condición el ser celíaca. Por otro lado tampoco consumía carnes. Ella era vegetariana.



Lourdes se apartó un poco de la vista de las mujeres que sirvieron en la cocinilla ese plato de maíz tostado, carne seca y un pan viejo con chicharrones. Su reacción inmediata la llevó a sólo estirar el brazo y recibir por inercia lo que buenamente suponía se acababa de ganar con el sudor de su frente. Pero al mismo tiempo recién



Al término de los quince minutos don Eliseo le dijo que había pasado la prueba y que la necesitaba para realizar mil oficios, es decir quería que le lleve las cuentas y le ayude con cada quehacer dentro de la casa, desde barrer, apilar granos de café, cuidar de la maceración, deshacerse de los productos de desecho clandestinamente llevándolos por la madrugada a un silo cercano. Además debía de ayudar a sellar con una vela las bolsitas de café, pegar etiquetas en botellas para la miel, desenredando hilos de los tejidos, pintando los personajes que conformaban los retablos... etc.

Eran en realidad faenas matadoras que iniciaban antes del canto del gallo y terminaban bien entrada la noche. Pero a pesar de los trabajos, y el cansancio Lourdes estuvo allí por casi todo el año, al iniciar el verano siguiente se despidió de la familia de don Eliseo. Muy a pesar de su negativa de dejarla ir, pues en ella había encontrado mucha ayuda, y tenía que reconocer que esa niña de tan pequeña le había mostrado una nueva cara de la vida. Pues a pesar de todo ella nunca se quejó de nada e iniciaba cada día silbando a los pájaros. Cantando melodías en inglés para no olvidarse del idioma según decía. Y de los peones había aprendido a contar y hablar en quechua, rápidamente había aprendido también canciones y algunos rezos de los santeros del pueblo en aimara. Incluso el viejo perro de la casa había vuelto a ladrar y a cuidar del gallinero. Y es que Lourdes hacía todo cobre vida y alegría propia.

Mi corazón se detuvo, eran casi las 6 de la9 observa quieto y aletargado.

—¡Atención soldados! decía una voz gruesa y medio trabada producto del alcohol, como todos ya lo saben estamos a tan solo 300 metros del objetivo, sabemos de la existencia de narcos, el terreno de aquí en adelante estará minado tengan cuidado en donde pisan o allí se quedará no solo su pierna sino puede que también sus vidas.

Esa noticia que acababa de escuchar, hizo detener mi corazón y palidecí. No podía creerlo. Pues ahora sí tendría que probar que era capaz de llegar a hacer. De no ser así me quedaría a ser parte del abono de cientos de plantas que crecen en esta bella y siniestra zona. Pero eso no me amilanaba, tenía que observar a los soldados y aprender de ellos para poder salir bien librada de todo.

Lo que si era cierto era que si los narcos se habían atrincherado hacia la selva, hacia allí es hacia donde no debería de ir, sino hacia a zona sur o norte.

Desde las ramas de ese viejo molle podía observar a los soldados aunque ellos no me vieran, pues había empezado a usar ropas en tonos verdes y tierras, para de ese modo poder escabullirme si era necesario como muchas veces lo había logrado.

Eran cerca de 20 hombres, que Lourdes había podido apreciar, ella estaba a la expectativa si entre ellos se hallaba el tal Mateo que ella había conocido un año atrás y del cual no olvidaba facciones, pero no lo veía. De entre el grupo se destacaba un hombre de edad avanzada, tal vez unos 50 o más con una especie de gorro y con la cara cubierta con una máscara con un visor rojo y un pequeño tatuaje o mancha en el cuello, llevaba un chaleco con miles de cosas, como bolsillos tenía dicho chaleco.

—Chicos esta tarde nos quedaremos aquí, tres de nosotros avanzaremos hacia la zona roja, y pueden salir de cacería, por aquí cerca debe de haber comida y suministros para el campamento, así que en 3 horas los espero, cada quien traiga lo que encuentre a su paso. Si encuentran mujeres espero no sean viejas, ni desmueladas, me urge una mamada, ya estoy harto de tanta abstinencia y poco trago.

—Yo hasta sueño que me comen a besos, pero despierto y no es más que un buen sueño.

—Bueno pero aquí debe de haber harta hembra para partirle el culo y compartirla entre todos, eso si, yo primero, la cosa debe ir por rango.

—Bueno, bueno, primero encuentren a esa perra y después discutan los turnos que tomaran cada uno. Eso es lo primero. ¿No creen?.

—Oye boca suelta me han llegado noticias que por aquí hay un lugar donde hay varias mujeres que trabajan con un viejo en una casa sembrando cacao. Eso suena a buenas hembras.

—Todo eso suena bien. Pero recuerden que la misión será desactivar explosivos de la zona. No lo olviden, y bueno si por el camino podemos tirarnos a una ricas perras, pues será lo ideal. Ahora si levanten sus culos feos y empiecen a trabajar.

—Mi general. Todo será de acuerdo a la misión encomendada. Pero no hemos traído con que desactivar las minas.

—Nadie le dijo que desactive las minas. Solo quiero que las detecte y me lo haga saber en cuanto antes.

—Señor... ¡Esta también es zona de serpientes y bichos!.

—Así es, pero nada impide que tu los encuentres antes y les des matarili. ¿cierto mariquita?

—Bueno déjense de huevadas y empiecen a retirarse, quiero resultados inmediatos.

El grupete se junto y tras un saludo militar aguardaba la señal para partir.

—¡Bien! Y que esperan para mover sus horribles culos.

—Entendido mi general. —contestaron a coro los hombres.

Las cosas se pondrían negras para Lourdes. Sin embargo en este mundo de valientes lo que cuenta es arriesgarse. Y eso era algo que este tiempo había aprendido. En su corta edad.

Por ello tomando la iniciativa y asegurándose de tener la mayor calma del mundo, empezó a descender del árbol de molle. Pues sea como sea debía cruzar precisamente por donde estaba ese hombre para ir hacia el otro sendero.

Al bajar se acercó directamente a donde estaba el hombre. Se le acercó ha hacerle conversación. Al cabo de unos minutitos al detectar que este hombre se movía por la ambición; le ofreció darle la ubicación de unas minas en donde se podría encontrar pepitas de oro y a veces alrededor piedrecitas de plata.

—Estas segura que no estás mintiendo niña.

—No podría mentirle a alguien como Ud. Que se nota es muy inteligente. Además si lo hiciera Ud. detectaría la mentira. —comenta Lourdes tratando de mantener la ambición y cierta propensión a la vanidosa obsesión de sentirse halagado.

—Bueno niña. Me parece que nos puedes acercar a ese lugar. Pero también pienso que puedes quedarte y encargarte de ordenar un poco esto.

—Un momentito. Señor. Yo no soy encargada de nada. Si Ud. quiere invitarme a quedar es su decisión. Igual yo sola puedo ir por el oro y quedármelo para mi sola. Sólo quise ser agradecida con gente que como Ud. se dedica a defender a los ciudadanos de tanta lacra como los narcos o los terroristas. En realidad eso lo pensé en gratitud a su valentía. Pero en vista que no nos llevaremos bien me marcho. Que tenga un buen día. —comento Lourdes retirándose de la presencia del robusto hombre.

—No. No quise decir eso. A lo mejor me exprese mal.

—No lo creo. Escuche muy bien lo que dijo. Señor. Y no estoy aquí para trabajar. Ese no es mi interés. Y se marcho de ahi a grandes zancadas alejándose lo más que podía.

—¡Niñaaa!... Detente.... ¡Niña!

Pero Lourdes no se detuvo. Sólo se limitó a permanecer serena y escuchaba atentamente todo a su alrededor, mientras que con una vara iba acariciando todo su camino. Evitando así pisar algún explosivo o mina puesta en su sendero.

Lo único bueno era que a medida que se alejaba estaba cada vez más lejos de la zona boscosa. Pero al mismo tiempo andaba en el límite entre zonas prohibidas pues por ahí habían terroristas y también otros peligros que empezaban a preocupar a Lourdes.

La noche llegó muy pronto y sólo pequeñas cigarras que surcaban los cielos podían entretener sus pensamientos. Y llenarlos de color. Pues lo único posible era salir de allí. Irse de Ayacucho y de sus peligros. Pero aquello no era cosa fácil. La única forma posible era viajando cerca al río. Y esa ya era una decisión segura. Y final. Pues Lourdes sabía que debido al tiempo perdido sería ocioso pensar en buscar a los compañeros de su padre. Que ya debían de andar de seguro de regreso en Lima. O a lo mejor trabajando en otros proyectos.

*Escrito por: Esperanza Renjifo*

*Lima - Perú*

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