En las profundidades del inframundo, donde las sombras danzaban y las llamas parpadeaban, Asmodeo se sentaba en contemplación. Conocido por su astucia y encanto, se había cansado del interminable ciclo de tentación y engaño. Un anhelo por algo más significativo lo carcomía por dentro.

Un día, Lucifer lo convocó. "Asmodeo," dijo, su voz resonando en el cavernoso salón, "te ofrezco una oportunidad de redención. Ve al mundo humano y realiza un acto de verdadera bondad. Ayuda a un alma en apuros a encontrar su luz."

Intrigado, Asmodeo aceptó el desafío. Fue enviado a la bulliciosa...